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lunes, 16 de febrero de 2009

Reliquias de Cristo: El Sagrado Cáliz.

La peregrinación del Sagrado Cáliz, parte según la tradición, más aceptada, de que la copa usada en la última cena quedó en poder de San Pedro, que éste la llevó a Roma, quedando en poder de los sucesivos Papas que fueron los encargados de su custodia. Desde el principio no dejó nunca de servir para la celebración de la Eucaristía. En Roma permaneció dos siglos hasta que el Papa Sixto II (243-258) ordenó, poco antes de su martirio el 06 de agosto del 258 a su diácono Lorenzo que escondiera el Sagrado Cáliz. San Lorenzo lo envió el a su tierra natal, Huesca, antes de su martirio. Esto ocurría en el año 258-261. Según se creé el venerado cáliz fue escondido en la Iglesia de San Pedro el Viejo en la ciudad de Huesca, bajo la vigilancia del obispo de la diócesis.

Ante el avance musulmán en el año 712 la reliquia empieza un viaje por distintos lugares siempre bajo la vigilancia de los obispos correspondientes hasta que en el año 1071 llega al Monasterio de San Juan de la Peña, donde queda asegurado, ya que el peligro musulmán en el norte de España había sido conjurado. En este periplo se creyó que el Santo Cáliz bien pudo estar entre otros lugares en la Catedral de Jaca.

El santo grial del que existen numerosas interpretaciones, definiciones, versiones... la más aceptada dice que es el Cáliz de la última cena, donde de él bebieron todos los presentes para sellar la alianza con Dios y su Unigénito, pasando la transmisión de Jesús al apóstol Pedro. En su origen parece haber sido un cuenco donde José de Arimatea recogió la sangre del Salvador, pero tampoco cabe descartar que fuese utilizado un recipiente diferente al cáliz de la última cena para limpiar el ensangrentado cuerpo de Jesús. Los reyes de Francia guardaron uno que se aceptó como verdadero en Notre-Dame. Otros griales han sido declarados como verdaderos, como el que defendía Pedro IV el ceremonioso.

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