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jueves, 28 de mayo de 2009

Francisco Rafael de Pascual: La Herencia Templaria. Iª Parte.

Desde la encomienda de Barcelona queremos recoger un excelente texto de Francisco Rafael de Pascual, estudioso monje Cisterciense de la Abadía de Viaceli, en Cóbreces, Cantabria, publicado en el libro ”Codex Templi”. Debido a que es algo extenso, hemos decidido publicarlo en capítulos para hacer más fluida y amena su lectura. Deseamos que os guste.

Corresponde a la Historia narrar las gestas del Temple, y son cada vez más numerosas las publicaciones y las ponencias en congresos y seminarios que esclarecen la grandeza de esta gloriosa institución.

Capítulo aparte merecería el trágico final de los templarios, si bien es cierto que en ese punto debemos restringirnos más a la veracidad histórica fundamentada en la documentación descubierta hasta ahora y en la filosofía de la Historia, antes que ceder a las fabulaciones y leyendas.

La Orden del Temple tuvo que sufrir un final verdaderamente triste, a principios del siglo XIV, pues Felipe IV el Hermoso (1285-1314), rey de Francia, promovió en 1307 una gran persecución contra los templarios, acusándolos de falsedades, apostasías, crímenes y herejías (cincuenta caballeros fueron quemados vivos en París), y difundiendo las calumnias a otros países. (Felipe IV, por una parte, ambicionaba las riquezas de la Orden y, por otra, alimentaba secretos resentimientos contra ella, puesto que los templarios habían apoyado a Aragón, en Nápoles, contra el reino francés).

Aunque se celebraron algunos juicios en los que los templarios fueron declarados inocentes, Clemente V, presionado por el rey de Francia, suprimió la Orden con la bula expedida el 3 de abril de 1312. Poco después (2 de mayo), asignó los bienes de los monjes-soldados a los hospitalarios, a excepción de los que la Orden poseía en Aragón, Castilla y Portugal, a petición de sus reyes. Dos años después, el 19 de marzo de 1314, las dos más altas dignidades del Temple, el maestre Jacobo de Molay y el preceptor Godofredo de Charnay son quemados vivos en París. Un mes más tarde, el 20 de abril, muere el Papa Clemente V y el 29 de noviembre del mismo año muere Felipe el Hermoso de Francia.

Como consecuencia de la supresión de la Orden, algunos caballeros templarios ingresaron en otras órdenes militares y muchos de ellos se acogieron al Císter. (próximo capítulo “El legado del Temple”.)

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