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viernes, 21 de agosto de 2009

El Temple y el culto a San Pedro


Hace tiempo que teníamos un cierto interés en publicar un artículo relacionado con San Pedro, ese gran olvidado en el santoral templario, pero aún así, no dejó de ser una figura importante dentro de los conocimientos esotéricos que un día tuvo la Orden del Temple sobre su persona.

¿Qué función representa San Pedro para los templarios? En realidad, es quien tiene las llaves del Templo y por tanto decide quién es digno de entrar a formar parte de él. Además de haber sido nombrado como primer Papa, recordemos que los templarios sólo estaban obligados a obedecer a Su Santidad.

¿Quién fue Pedro? Su verdadero nombre no fue Pedro, sino Simón, hijo de Jonás. Pedro fue su sobrenombre.

Alain Marcillac señala que Petros, en hebreo, significa el que abre, lo que explica que tenga unas llaves como atributo. Recordemos qué dicen las Sagradas Escrituras:

“Unos dicen que eres Juan el Bautista, otros Jeremías o alguno de los profetas. Y vosotros, les dijo (Jesús), ¿Quién decís que soy Yo? Simón Pedro respondió: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Jesús le contestó: Bienaventurado eres tú, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos; y Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré Yo mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos y todo lo que atares en la tierra será atado el cielo; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en el cielo ..." (Mt 16, 13 - 19)

Existe un Evangelio de Pedro particularmente apreciado por la secta gnóstica de los docetas. Para saber qué idea se hacían de San Pedro en la época del Temple, debemos leer a Santiago de la Vorágine, que escribió su Leyenda dorada hacia mediados del siglo XIII.

Pedro “recibió del Señor las llaves del reino de los cielos”, siendo por tanto el intermediario soñado para acceder a la iniciación. Según San Clemente, San Pedro acostumbraba levantarse cada mañana “a la hora del canto del gallo” para justificarse y llorar a lágrima viva por haberle negado tres veces. El gallo, presente en el abraxas, acompaña por otra parte a menudo a San Pedro en la iconografía.

San Pedro se celebra el 29 de junio, bajo el signo zodiacal de Cáncer, opuesto al del nacimiento de Jesús (Piscis). Él permanece en esta tierra para cumplir su misión después de la desaparición de Cristo. Bajo la óptica de los gemelos, Cástor y Pólux, uno está en el cielo cuando el otro se halla en la tierra. Así, en relación a Cristo, Pedro forma parte del mundo invertido. Curiosamente Pedro fue crucificado cabeza abajo.

Es en esta fecha, según Maurice Guingand, que la constelación de Ofiuco forma con la cabeza y la cola de la serpiente; ese conjunto de estrellas que los antiguos conocían como el serpentario. Éste, que parece blandir dos serpientes, fue asimilado a San Pedro llevando en la mano las llaves del Paraíso. Pero, entonces, ¿cómo no pensar en el abraxas con cabeza de gallo que está representado en el sello secreto de la Orden del Temple y que tiene también en la mano dos serpientes?

Además Pedro tiene un punto en común con María Magdalena. Según los Sagrados Textos, unas veces ella, otras él, se encuentra primero con el Cristo Resucitado. La escena de este reencuentro es particularmente mencionada en el Apocalipsis de Pedro, texto descubierto en Nag-Hammadi. Sin duda es el único punto en común entre ellos dos, en la medida en que Pedro no ama en absoluto a María Magdalena e incluso “detesta a la raza de las mujeres”. En cualquier caso, figura llaves en mano, a la diestra de Cristo en la portada de Vézelay, con María Magdalena a su lado.

Sabemos que oír hablar de San Pedro como de una de las claves esenciales de su contenido iniciático no puede dejar de asombrar a aquellos que se interesan por el esoterismo templario. Porque es precisamente Juan, uno de sus mayores protagonistas.

A riesgo de causar el asombro de algunos lectores del blog, hay que decir que los templarios consagraron numerosas iglesias y capillas a San Pedro. Ahora bien, casi siempre se trata de lugares sin mayor interés. Es frecuente encontrarlas a algunos kilómetros de las encomiendas, a las que estaban generalmente unidas por medio de subterráneos.

Así, en Lubéron, la hacienda Saint-Pierre, situada cerca de la aldehuela de Puyvert, era una casa templaria, con ocasión de unas excavaciones fueron hallados unos esqueletos de hombres que medían más de dos metros. Encontrar personas en tiempos de los templarios que midiesen más de dos metros era difícil; ya que por aquel entonces la media de altura masculina en Francia, rondaba los 160 centímetros.

Podemos afirmar que los templarios jamás despreciaron a San Pedro, sino muy al contrario es interesante examinar con más detenimiento algunos de los lugares más habitualmente vinculados a los “misterios” de la Orden del Temple. Podemos destacar entre otras a la capilla de Saint-Pierre-aux-Boeufs, cerca de Gisors, la capilla de San Pedro cerca del castillo de Arginy, la capilla de la hacienda de San Pedro cerca de la encomienda de Sainte-Eulalie-de-Cernon en Larzac o la abadía Saint-Pierre-de-Bhagari. Pero también en la península Ibérica, concretamente en Soria, encontramos la descripción del manuscrito del geógrafo Tomás López, dice: "La capilla de San Pedro está en un casar llamado San Pedro el Viejo, que fue baylia de templarios y luego de la Orden de Calatrava, aún hemos conocido gran parte del convento, aunque muy arruinadas sus celdas. Era de tres naves. En 1.785 se demolió quedando solamente la capilla y las paredes del templo.

Hay en la capilla varias inscripciones que no puedo copiar por la distancia y como no las he visto desde chico no se lo que contienen. Me acuerdo de haber visto pintado un monje con su lanza con ademán de matar a una fiera serpiente".

Lo que conviene retener por el momento es que, cerca de las encomiendas templarias, sobre todo las más importantes y las más cargadas de misterios, existen haciendas y capillas dedicadas a San Pedro, que estaban ligadas a estas encomiendas por medio de subterráneos cuyos rastros pueden encontrarse aún con bastante frecuencia.

Si los testimonios de los hermanos, con ocasión del proceso, declarando algunos que antes de entrar en la Orden, tuvieron que negar a Cristo tres veces, según el historiador Michel Lamy si no fueron más precisos, se debió únicamente a que los ritos ya no eran comprendidos. El círculo pensante e iniciático que formaba el Temple, por alguna razón desconocida, fue abandonando esta parte del ritual iniciático. ¡Quién sabe si algún día esos ritos vuelvan a ser comprendidos gracias al hallazgo de documentos referentes a la figura de San Pedro!

Si fue así, como pretende darnos a entender Michel Lamy, ¿qué función tenía negar a Cristo, durante la ceremonia privada? Sin duda nos encontramos con otro de los misterios del Temple.

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