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miércoles, 21 de octubre de 2009

Curiosidades: La Serbia medieval de los iconos


Aunque trasladados, saqueados, destruidos, obsequiados, vendidos, escondidos, encerrados, y demás, los iconos y las obras de arte aplicado son el testimonio de máximo valor de la historia del pueblo serbio durante los siglos XII y XIII.

Muestra de ello son los libros manuscritos, dispersos desde Leningrado hasta Odesa, desde Bolonia hasta Viena y París; el icono “Paño de Cristo”, del siglo XIII, que se encuentra en la ciudad de Lyon, Francia; el de los apóstoles Pedro y Pablo, en el Vaticano, corroboran la importante aportación artística de un pueblo de efímera existencia como tal; pues habiendo conseguido su independencia política en el siglo XII, es el XVII (1690) el que representa aquel momento nefasto de la historia, cuando la parte más vital de un pueblo o por lo menos aquélla que tuvo la posibilidad de hacerlo, impulsada por el temor a un expedición punitiva turca debido a su participación en las guerras contra Turquía del lado de Austria, abandonó su país de origen y se asentó en las regiones de más allá de Sava y el Danubio.

Al fundarse bajo Nemanja, en 1219, un Estado y una Iglesia, económica y políticamente independientes, los puentes culturales edificados durante casi dos siglos entre Serbia y el resto del mundo, vincularon a este país con los más conocidos centros de arte: Salomónica y Constantinopla, por un lado, y con el litoral mediterráneo y Venecia, por otro.

En Serbia (que durante la dinastía de los Nemanic comprendía Macedonia, Grecia hasta el golfo de Corintia, parte de Bulgaria y Albania) durante la Edad Media, esos puentes enlazaban con éxito, lo que, a primera vista parecía incompatible: Bizancio y el Occidente; el racionalismo latino y el misticismo griego; la Cristiandad y el Islam.

El arte de la pintura al fresco de los iconos se mantuvo siempre, en el marco de las ideas y de los cursos artísticos y los ideales estéticos de Bizancio. En el siglo XII, Serbia se incluyó en las corrientes del arte bizantino en los momentos de gran fuerza creativa de éste.

Sin embargo, en cuanto a las obras de artes aplicadas de los siglos XVI y XVII, llevan el sello de una extraña fusión de influencias románicas, góticas e islámicas, lo que les confiere una belleza y fantasía especial y hasta cierta originalidad.

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