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martes, 30 de marzo de 2010

Semana Santa: Martes Santo


En la lectura del lunes, San Juan nos ofrece a un Jesús humilde y atento, que se desplaza al hogar de Lázaro para ver cómo se encuentra éste, después de haberlo resucitado de entre los muertos. Como recompensa a la preocupación de Jesús por la familia de Lázaro; encuentra en María Magdalena un amor puro. Una admiración que la mueve a servir a Jesús, sin pedir nada a cambio. La mera presencia de Jesús en Betania, es sinónimo de “limpieza”.

Esa pureza y limpieza, es la que se debe respirar en todos los hogares cristianos. Su lectura nos invita a que en nuestros hogares, predomine el buen olor y que por tanto nuestra vida sea agradable como el perfume de los nardos que ungió María Magdalena al Salvador.

Hoy, Martes Santo, nos situaremos en la Última Cena, horas antes de que Jesús sea apresado.

Desde la encomienda de Barcelona, deseamos que su lectura, sea de vuestro agrado.

Lectura del Santo Evangelio según San Juan

En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo: “Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar”. Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús tanto amaba, estaba reclinado a la mesa junto a su pecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: “Señor, ¿quién es?” Le contestó Jesús: “Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado.” Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces, Jesús le dijo: “Lo que tienes que hacer hazlo en seguida.” Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.

Cuando salió dijo Jesús: “Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: “Donde yo voy, vosotros no podéis ir.” Simón Pedro le dijo: “Señor, ¿a dónde vas?” Jesús le respondió: “A donde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde.” Pedro replicó: “Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti.” Jesús le contestó: “¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces.”

Jn 13, 21-33/36-38

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