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lunes, 3 de mayo de 2010

Bajo el Templo de Yavhé: IIIª parte


Desde la encomienda de Barcelona, queremos concluir el capítulo dedicado al subsuelo del Templo de Yavhé, y que ha sido escrito por el investigador español, Javier Sierra, en su libro “En busca de la Edad de Oro”, el cual también está relacionado con las hipotéticas excavaciones que realizaron los caballeros templarios, en sus primeras andaduras en el Templo de Salomón.

Deseamos que su lectura sea de vuestro agrado.

Fotografía del arqueólogo británico, Sir Charles Warren.

Agujeros polémicos

Ajenos a estas prohibiciones, algunos exploradores han tratado de perforar el suelo santo de la cúpula. El más célebre de estos intentos fue el llevado a cabo por el aventurero británico Montague Brownslow Parker, quien convencido d poder encontrar un pasadizo subterráneo que iría desde la cercana mezquita de Al-Aqsa hasta la Cúpula de la Roca, creía que podría localizar la habitación secreta donde reposaba el Arca.

Curiosamente, su punto de partida –la mezquita de Al-Aqsa- estaba en el mismo lugar donde excavaron los templarios entre 1118 y 1125 con idéntico propósito…aunque movidos por interesen bien distintos.

Guiado por un esoterista finlandés llamado Valter H. Juvelius, y tras sobornar al guardián de la Cúpula de la Roca, los hombres de Parker pasaron más de una semana excavando en Al-Aqsa y en la caverna natural que existe bajo la Shetiyyah. Ninguno de sus agujeros aportó pista alguna sobre el paradero del arca y su sacrilegio a punto estuvo de costarles la vida, al ser descubiertos por vigilantes nocturnos de la roca que no estaban al día con los sobornos.

Otro célebre arqueólogo de finales del siglo XIX, el teniente de los Reales Ingenieros Británicos Charles Warren, pretendió excavar en la colina del templo en 1867. Warren fue de los primeros en explorar con una óptica científica el Túnel de los Asmoneos y recorrer todo su trayecto, desde el Muro de las Lamentaciones hasta su desembocadura junto a la Vía Dolorosa.

De hecho, ya en aquella época trató clandestinamente de abrir una galería que le condujera directamente bajo la Shetiyyah y aunque su empresa nunca llegó a buen puerto, sus obras fueron usadas incluso por los francmasones como lugar de reunión.

Al mismo Warren se debe, por ejemplo, el haber despejado la enorme puerta que me mostró el doctor Bahat durante mi visita y que hoy lleva el nombre de este militar inglés.

-Esta puerta- me dijo Bahat con su proverbial erudición- fue en su día uno de los cuatro accesos al templo. Si los árabes nos dejaran entrar y perforarla, llegaríamos a las escaleras que conducen al corazón de la colina del templo. Hoy, sin embargo, es un pasaje subterráneo que está lleno de agua, ya que se usa como cisterna.

El último misterio del túnel

Los árabes se sienten amenazados. Bajo sus pies, a unos ocho metros de profundidad, los judíos han estado realizando excavaciones oficialmente con propósitos arqueológicos. Pero a nadie escapa que en Jerusalén: historia, religión y política van siempre de la mano, y que esa “puerta de Warren” hoy tapiada, si se abriera provocaría un conflicto intercultural sin precedentes.

-Tengo una cosa más que mostrarle –me insinúa amablemente el doctor Bahat antes de abandonar el túnel-.

- Usted dirá…

-El suelo que está pisando es el pavimento original construido por Herodes alrededor del templo. Son losas de 1,10 metros de lado típicas de los arquitectos de ese periodo, y se trata, con certeza, de una de las calles que debió pisar Jesús de Nazaret.

-¿Y dónde nos encontramos ahora?

-A varios metros por debajo del nivel de la calle actual. Lo que quiere decir…

-Que los lugares originales por los que caminó Jesús están hoy enterrados y no corresponden a ninguno de los que se enseñan a los turistas.

Bahat sonrió.

-Es fácil de entender. El templo de Jerusalén fue destruido por los romanos en el año 70 de nuestra era. Desde entonces, la ciudad ha sido arrasada en varias ocasiones más, enterrándose más profundamente sus ruinas a cada destrucción. La importancia de nuestras excavaciones en este lugar no es sólo la de descubrir bloques ciclópeos de los que apenas sabemos nada, sino la de reescribir la historia de judíos, musulmanes y cristianos con otros ojos.

Y añadió:

-Si hay algún peregrino que quiera seguir los auténticos pasos de Jesús, debe venir aquí.

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