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lunes, 27 de septiembre de 2010

Leyendas templarias: El “Espantabrujas” de San Pedro de Porzomillos


Desde la encomienda de Barcelona, queremos continuar con el apartado dedicado a las leyendas templarias. Para ello hemos seleccionado un texto del investigador histórico, D. Santiago Soler Seguí, publicado en el libro “Codex Templi”.

Deseamos desde este humilde rincón que su lectura os satisfaga.


Iglesia de San Pedro de Porzomillos (A Coruña)


Todavía hoy, los aldeanos celebran una ceremonia purificadora cuyos orígenes se pierden en los albores de los tiempos. Dicen los más viejos del lugar que este baile se remonta a tiempos ancestrales, a tiempos de celtas; que el lugar donde se levantó la iglesia de San Pedro es tierra mágica, misteriosa, donde se celebran viejos rituales, danzas con los pies desnudos, y donde se podía sentir la fuerza de la Terra Mater.


Así pues, amparados a la sombra de la iglesia de San Pedro de Porzomillos, comienza el viejo ritual.


Los danzantes bailan descalzos, sin mirarse, sin sentirse, unos junto a los otros, con la mirada perdida en el cielo. Danzan sin cesar, al son de una gaita; la gaita no se ve, pero resuena persistente con el viento, pues el gaitero se esconde tras la iglesia, como manda la tradición…Danzan y danzan, hasta que, de repente, todos paran, al tiempo que murmuran unas palabras ininteligibles y fijan su mirada en una extraña figura grabada en el frontal de la iglesia: un “espantabrujas” que resulta infalible.


Cuenta la leyenda que desde que los caballeros templarios edificaron la iglesia y colocaron la enigmática figura en su fachada, nunca los espíritus malignos volvieron a rondar aquellas tierras; por eso, todos los años, los aldeanos bailan al son de la gaita; danzan descalzos, con la mirada perdida, murmurando su ininteligible plegaria, cuidando el benéfico relieve… No pueden permitir que desaparezca el talismán… No pueden permitir que desaparezca la leyenda.


La zona donde se ubica la iglesia de San Pedro fue en otro tiempo una tierra de gran valor espiritual y se le atribuían los beneficios de las energías telúricas. La iglesia, al parecer, se edificó donde antiguamente existía un antiguo templo celta, de modo que siempre ha sido considerado un lugar misterioso y mágico. Recordemos que a los templarios se le atribuyen conocimientos singulares y ancestrales secretos; de ellos se dice que bebieron de los saberes de antiguas civilizaciones y que conocían el druidismo… De ahí que resulte fácil fusionar danzas paganas, viejos rituales celtas y el mito templario en esta zona de la península Ibérica y, más concretamente, en lo que respecta a este “espantabrujas” de San Pedro.


Este tiempo de rituales puede encontrarse en distintos lugares del norte de España, bien en danzas agrícolas, como la danza guipuzcoana Jorrai-Dantza o danza de la escarda, la Makil-Dantza de Vera de Bidasoa, o bien en danzas que esconden ritos más oscuros y enigmáticos, como la del “espantabrujas” de San Pedro.


Especial atención merece la danza de Ochagavía (Navarra), descrita excepcionalmente por el antropólogo Julio Caro Baroja en su libro Ritos y mitos equívocos (Istmo, Madrid, 1974) y la de la cual el escritor soriano Ángel Almazán hace un exhaustivo estudio en el artículo “Enigmas ¿templarios? En Ochagavía (Navarra)” (en la revista digital Soria y Más, febrero de 2003), Almazán descubre increíbles referencias al Temple en este baile ritual de Ochagavía, como la doble faz blanquinegra del “Bobo” –personaje principal de la danza-, que recuerda al baussant o estandarte de batalla del Temple, el número de danzantes, que son nueve, como nueve fueron los caballeros fundadores de la Orden; incluso la similitud de la bifaz del “Bobo” con el misterioso símbolo iconográfico del bafomet templario, que en ocasiones se representa como una doble cara barbada de anciano.


La leyenda gallega relatada ofrece un amplio abanico de evocación de arquetipos, de símbolos tradicionales y de información histórica y etnográfica. El mundo legendario es un abanico de propuestas en las que magia e historia parecen fundirse: los aspectos más primitivos y ancestrales se aprecian en la danza ritual, donde los pies descalzos tratan de recuperar la energía de Gaia o la Terra Mater; la religión tradicional y su expresión templaria puede adivinarse en la vigilancia de iglesias y templos de los caminos jacobeos en Galicia, onde los más devotos pueden contemplar y rememorar el nacimiento del Hijo de Dios. Desde luego, tampoco está ausente el amor caballeresco medieval o el heroísmo y el sacrificio por la fe.

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