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martes, 12 de octubre de 2010

El descubrimiento de América como unión entre pueblos


Queridos lectores de Temple Barcelona,


Hoy doce de octubre, festividad de Ntra. Sra. del Pilar, se conmemora como bien sabéis el descubrimiento del Nuevo Mundo.


Mucho se ha polemizado sobre este histórico y magnífico hecho, a saber: desde que no fue la expedición de Cristóbal Colón los primeros europeos en llegar a esas tierras; que numerosos nativos fueron asesinados y despojados de sus “libertades”; que Cristóbal Colón fue un judío que benefició a los reinos cristianos de Occidente; hasta un sin fin de hipótesis sobre los parentescos, las conspiraciones y los orígenes del famoso navegante.


Pero a veces se nos olvida lo que significó este transcendente acontecimiento. Desencadenó el fin de la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna; ya que el mundo se amplió, se acabó con la frontera geográfica de Finisterre y por tanto del “Non Terrae Plus Ultra”(no existe tierra más allá), para ser sustituida por “Plus Ultra” (más allá); término visible en las columnas del escudo del Reino de España. De esa manera, los Reyes Católicos, como no podía ser de otra manera, se comprometieron en llevar el proceso de evangelización a esas nuevas tierras, sirviendo para llevar y perpetuar la palabra de Jesús de Nazaret también en América.


A raíz de este hallazgo, se incrementó el flujo comercial en Europa y por ende la riqueza. El comercio y la cultura afloraron desmedidamente como nunca antes se había visto en el Viejo Continente.


Hoy día hablamos constantemente sobre el término “Globalización”, dando por hecho que es el resultado de una convivencia universal, provocada por el flujo constante de información en el mundo, el acotamiento de las distancias entre países gracias al despliegue tecnológico en los sistemas logísticos tanto internacionales como intercontinentales. Pero si se me permite, podríamos decir que los orígenes de esa “continuada globalización”, quedan establecidos en el momento que se crea la necesidad de un “comercio mundial”; claramente definidos con el descubrimiento de América.


Pero si seguimos las enseñanzas de Nuestro Salvador, lo más importante no deben ser las relaciones mercantiles, porque entonces el ser humano queda subordinado a lo mundano y relegado a un segundo plano. La verdadera riqueza no está en amasar tesoros en la Tierra, sino en el Cielo. Es por tanto que se hace necesario hoy más que nunca, el fomentar las relaciones interpersonales, potenciando los lazos espirituales que funden al ser humano con Dios y por extensión también entre los hombres.


Este mensaje “unitario”, está estrechamente ligado a una “globalización espiritual” entre todos los seres humanos que habitamos y convivimos unidos en un mundo cada vez más pequeño, donde los estados soberanos, han visto reducidas o eliminadas sus ideologías, ante nuevas necesidades globales.


En ese camino también se dirige el Temple en la actualidad. Se hace necesaria la unión entre todas las ramas templarias actuales, repartidas por todo el mundo en pos de un esfuerzo común que empuje unas líneas de trabajo “globales”; donde debe primar la cooperación y la ayuda humanitaria hacia aquellos sectores de la población, donde la justicia se ha visto reducida a un sueño desesperado.


La unión entre los pueblos, simbolizada también en el “descubrimiento de América”, debe ser un punto de partida para también acabar uniendo su parte espiritual hacia una conciencia superior no limitada solamente a la supervivencia terrenal, sino a la elevación universal del hombre para con Dios.


Llevar a cabo esta misión, es intentar lograr erradicar las injusticias y la explotación del ser humano provocadas por las tentaciones del Maligno, quien siempre intenta apartarnos de la unión con el Padre.


¿Merece la pena intentarlo?

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