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lunes, 31 de enero de 2011

La Comisión Europea rectifica e incluirá las fiestas cristianas en las agendas escolares


Desde la encomienda de Barcelona queremos compartir con todos nuestros lectores una buena noticia y es que la Comisión Europea rectifica y añade fiestas cristianas al calendario de fiestas escolares para todos los alumnos de la Unión Europea.

Hemos recogido de la página de Forum Libertas esta inteligente rectificación por parte de la Comisión Europea que en un primer momento excluyó las fiestas cristianas de la agenda escolar.

Deseamos que su contenido os llene de alegría.

ForumLibertas.com

El pasado 19 de enero informábamos de que la Comisión Europea había editado unas agendas escolares destinadas a todos los alumnos de la Unión Europea (UE) en las que se hacía mención a fiestas religiosas judías, hindúes, sikhs o musulmanas, pero se ignoraban las fiestas cristianas, como por ejemplo la Navidad.

Esta omisión “por error”, calificable como suicidio cultural de Europa, provocó de inmediato la reacción de numerosas entidades cristianas, entre ellas la de E-Cristians, que realizó una alerta desde su web denunciando los hechos e invitando a protestar en la web de la Agenda Europa.

Ahora, tras recibir la petición de más de 32.000 europeos en siete lenguas diferentes, además de las actuaciones y campañas de diferentes organizaciones, la Agenda Europa será corregida e incluirá las fiestas cristianas en su nueva versión.

Además, se añadirá un suplemento a los ejemplares ya editados con las nuevas festividades añadidas.

Atentado a las convicciones cristianas

El presidente de la Conferencia Episcopal Francesa (CEF), el cardenal André Vingt-Trois, arzobispo de París, escribió en su día al ministro francés encargado de los asuntos europeos, Laurent Wauquiez, para pedirle que interviniera en la Comisión Europea respecto al tema de las agendas 2011.

"Me gustaría saber cuáles son las medidas adoptadas por el Gobierno francés en la Comisión Europea para manifestar su desaprobación ante tal atentado a las convicciones de los cristianos de nuestro país (en plena oposición con los tratados que rigen la Unión Europea) y para obtener una reparación moral de lo que se percibe legítimamente como un escándalo”, escribió el presidente de la CEF.

Su petición fue lanzada en internet el 12 de febrero y ha recibido, en prácticamente una semana, esas 32.000 adhesiones. Wauquiez declaró también haber reclamado al comisario europeo encargado de la impresión.

“He expresado mi sorpresa por escrito a John Dalli, comisario europeo encargado de la salud y de la protección de los consumidores, cuya dirección edita la agenda Europa”, explicó.

“Le he pedido que me haga saber en qué plazo puede corregirse este error -continuó-. No dejaré de informarle de la respuesta”.

Imposibilidad de negar la historia

Por su parte, Dalli señaló que “este episodio es la oportunidad de recordar que no se tolera ninguna discriminación religiosa en la Unión Europea”.

El comisario de salud se ha comprometido a enviar un correctivo a las escuelas que han recibido la agenda y a rectificar el error en las próximas versiones.

En una carta a Christine Bouti, señaló: “Vamos a enviar rápidamente un corrigendum a todas las escuelas de la Unión Europea que han encargado la edición 2010-2011 de la agenda”.

“Este corrigendum estará acompañado de un anexo con los días festivos oficiales, incluye las fiestas religiosas en los Estados miembros. También se incluirán en las futuras ediciones de la agenda”, añadió.

En una carta al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, la ex ministra Boutin declaró: “Estas disposiciones me complacen, y manifiestan la conciencia de la Comisión Europea de la imposibilidad de construir Europa negando su historia, su cultura y sus valores fundadores”.

La presidente del partido demócrata-cristiano solicita una audiencia a Barroso. “Por respeto a los numerosos firmantes de nuestra petición para concluir este asunto, me complacería que me concediera una audiencia formal, para entregarle oficialmente esta petición y la lista de firmantes”, explicó.

Y añadió: “Esto sería el signo de nuestro deseo de trabajar juntos para hacer crecer y brillar una civilización común, para abrir la página de una Europa que se enorgullece de su herencia, respetuosa de los pueblos y de las naciones y vuelta al futuro”.

viernes, 28 de enero de 2011

Templarios en Palestina: Iª parte


Desde la encomienda de Barcelona continuamos de nuevo con otro texto interesante del escritor y novelista Piers Paul Read, extraído de su libro “The Templars”, donde con una lectura sencilla, nos transporta en el tiempo, hasta los primeros pasos de los Templarios en Palestina.

Desde Temple Barcelona confiamos que este nuevo texto os gustará.

Después del concilio de Troyes, Hugo de Payns volvió a Palestina. Algunos de sus lugartenientes se quedaron en Europa para reunir reclutas, solicitar donaciones y establecer una administración. Aunque los títulos y funciones de los oficiales Templarios en esta etapa son imprecisos, los registros hacen referencia a procuradores, senescales y maestres provinciales. Payen de Montdidier, uno de los nueve fundadores de la Orden, parece haber quedado a cargo del territorio francés al norte del Loira; Hugo de Rigaud recibió donaciones en el área de Carcasona, Pedro de Rovira en Provenza, y un futuro maestre de la Orden, Everardo de Barres, en Barcelona. […]

[…] En Inglaterra, como hemos visto, los Templarios recibieron una cálida bienvenida del rey Enrique I. A la muerte de éste, habían establecido sus cuarteles generales en la parroquia de Saint Andrew, en Holborn, cerca del extremo norte de la actual Chancery Lane. Las donaciones de tierra más generosas fueron en Lincolnshire y Yorkshire. Tanto en Yorkshire como en Lincolnshire la Orden siguió el provechoso ejemplo de los cistercienses de criar ovejas cuya lana se exportaba a los tejedores de Flandes. Se supiera o no en la época de la fundación de la Orden, una gran parte de los fondos recaudados por los Templarios y los hospitalarios se usaba para mantener las casas, llamadas preceptorías: la norma no era el servicio militar en Palestina, sino la administración de propiedades y la vida semimonástica en Europa occidental. La organización financiera y administrativa de una preceptoría templaria, como la de un monasterio cisterciense, era simple; y “algunos Templarios a cargo de fincas vivían casi en soledad”. […]

[…] En el continente, importantes beneficios provenían de príncipes ya familiarizados con las necesidades de Outremer, como Alfonso-Jordán, conde de Toulouse, hijo de Raymond y medio hermano de Bertrand, conde de Trípoli; y de aquellos que estaban comprometidos en combatir a los musulmanes en la península Ibérica. […]

[…] El hecho mismo de que la Orden del Temple pudiera asumir ese compromiso militar en un segundo frente en 1114, demuestra su éxito en el reclutamiento de caballeros. Las razones para unirse a ella eran diversas, aunque sería un error subestimar el fervor religioso. El consenso entre los historiadores, que alguna vez vieron las cruzadas como un débil pretexto para el pillaje y la rapiña, apunta ahora a favor de una motivación penitencial. […]

[…] Frecuentemente, donación y compromiso iban combinados. Hugo de Payns y Godofredo de Saint-Omer fueron elogiados por sumar sus bienes a la Orden. En el norte de Provenza, Hugo de Bourbouton se unió a los Templarios en 1119, y donó tierra suficiente para fundar la preceptoría de Richerenches, una de las que mejor se conservan hasta el día de hoy; lo hizo –sostuvo- obedeciendo una de las órdenes de Cristo en el Evangelio de San Mateo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y cargue con su cruz y sígame. Pues quien quisiere salvar su vida la perderá; mas quien perdiere su vida por amor de mí, la encontrará”. […]

[…] La familia Bourbouton provenía de una clase social apenas más baja que la de los grandes magnates de Europa occidental. Era el mismo caso de Hugo de Payns, Godofredo de Saint-Omer, y de la mayoría de los que ejercían el liderazgo de la Orden. Sin embargo, la Orden apeló también a caballeros más pobres y, en sus comienzos, el linaje caballeresco no parece haber sido una calificación necesaria para el ingreso. Obviamente, el postulante debía estar familiarizado con el combate a caballo, y tener experiencia, ya fuese en el campo de batalla o al menos en competencia de justas. De hecho, las órdenes militares eran menos exclusivas que los monasterios: el alfabetismo no era un requerimiento; pocos de los caballeros sabían leer o escribir, y, por cierto, no en latín. Los encargados de recitar el oficio eran los capellanes, y lo único que se les exigía a los hermanos era que rezasen la cantidad prescrita de Padrenuestros en las horas fijadas.

Había sin duda postulantes con motivaciones de todo tipo. Nobles como Hugo, conde de Champagne, o Harpin de Bourges, se unieron al Temple tardíamente en su vida, después de perder a sus esposas; uno por separación, el otro por fallecimiento. Los caballeros más jóvenes y con pocos recursos se sentían atraídos por las “perspectivas de viaje y ascenso en el mundo”. Estaba también la atracción magnética de Tierra Santa. Hay casos de caballeros que habían viajado a Palestina por su propia cuenta –por ejemplo el primo de Roger, obispo de Worcester- uniéndose a una orden militar cuando sus recursos se les agotaban.

Conforme crecía en poder y riqueza, la Orden comenzó a ofrecer una estructura de progresos comparable a la de la Iglesia. Muy pronto, los grandes maestres de las órdenes militares se convirtieron en figuras importantes no sólo en Siria y Palestina, sino también en Europa occidental. Los maestres provinciales y otros oficiales, con enormes recursos a su disposición, adquirieron el mismo estatus de sus pares más altos en el reino. Su fama de honestidad y buen juicio los convertía en asesores de confianza de papas y reyes. […]

[…] Cuando sus emisarios Hugo de Payns y Guillermo de Burres regresaron a Jerusalén con fuerzas que habían reclutado en Europa, el rey Balduino II se embarcó de inmediato en su proyectado asalto a Damasco. En noviembre, Balduino condujo a su ejército –que incluía un contingente de Templarios-, desde la fortaleza fronteriza de Banyas, y acamparon a nueve kilómetros de Damasco. Desde allí, Guillermo de Burres partió en una expedición de pillaje con el contingente europeo, que, impacientemente por saquear, estaba fuera de control A unos cuarenta kilómetros del campamento principal, la expedición fue atacada por la caballería sarracena: sólo cuarenta y cinco sobrevivieron. Balduino, esperando atrapar al enemigo con la guardia baja mientras celebraba la victoria, le ordenó a su ejército iniciar el ataque; pero cuando éste lo hizo, comenzó a diluviar de tal manera que los caminos se hicieron intransitables y tuvieron que abandonar la maniobra contra Damasco.

Hay poca información sobre las actividades de Hugo de Payns y los primeros Templarios en los años inmediatamente posteriores. La primera fortaleza asignada a una orden militar –Bethgibelin, situada entre Hebrón, en las colinas de Judea, y Ascalón, sobre la costa- fue concedida en 1136 a los Hospitalarios. Es probable que los Templarios concentraran sus recursos en la tarea para la cual habían sido destinados en un principio: proteger las rutas que solían transitar los peregrinos. […]

[…] La primera fortaleza importante asignada a los Templarios no se hallaba en el reino de Jerusalén sino en la frontera más septentrional de las posesiones latinas, en las montañas de Amanos. Esta angosta cordillera se extiende al sur de Asia Menor y, con picos de entre dos y tres mil metros de altitud, crea una barrera natural entre lo que era en aquella época el reino armenio de Cilicia y el principado de Antioquía; y también entre Alepo y el interior sirio, y la costa mediterránea.

La ruta a través de esas montañas desde Alepo o Antioquía hasta los puertos del golfo de Alexandretta y Puerto Bonnel (Arzuz), es por el Paso de Belén, también conocido como el paso sirio. En la década de 1130, a los Templarios se les dio la responsabilidad de proteger la región montañosa fronteriza entre el reino de Cilicia y el principado de Antioquía: la marca de Amanos. […]

[…] En 1130, el príncipe de Antioquía, Bohemundo II, fue asesinado mientras combatía a los turcos danishmendos, y su cabeza embalsamada fue enviada por el emir Ghazi como obsequio al califa de Bagdad. […]

[…] Seis años más tarde murió Hugo de Payns. El cabildo general de los Templarios se reunió en Jerusalén para elegir a un nuevo gran maestre, Roberto de Craon, que, aunque conocido como “el Borgoñés”, provenía en realidad de Anjou y era sin duda el candidato favorito de Foulques. Había ganado fama de excelente administrador, e, inmediatamente demostró su cabal comprensión de las necesidades de la orden Templaria al conseguir privilegios adicionales y excepcionales del Papa Inocencio II, publicados en una bula de 1139, Omne datum optimun. (fin de la primera parte)

jueves, 27 de enero de 2011

El Senado español insta al Gobierno a emprender medidas para proteger a los cristianos perseguidos.


Desde la encomienda de Barcelona, nos ha parecido interesante el compartir una noticia publicada en la página de Forum Libertas, referente a que el Senado español pedirá al presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero que tome medidas para proteger a los cristianos perseguidos en todo el mundo.

Una resolución por parte del Senado español que desde aquí aplaudimos y nos identificamos con ella.

Desde Temple Barcelona, deseamos que su contenido os resulte esperanzador.

ForumLibertas.com

El Senado español aprobó por unanimidad el pasado miércoles, 19 de enero, una moción del PP por la que se insta al Gobierno a emprender medidas para proteger a las minorías cristianas perseguidas por su religión en algunos países musulmanes.

En la resolución aprobada, todos los grupos parlamentarios de la Cámara Alta condenan “con la mayor firmeza los brutales ataques terroristas y la persecución religiosa sistemática que están sufriendo las comunidades cristianas en Irak y en otros países de Asia y África”, como Egipto, Turquía, Argelia o Marruecos.

Baste recordar el asesinato de 58 católicos el 31 de octubre de 2010 en la Iglesia del Perpetuo Socorro en Bagdad; o la muerte de 21 fieles en otro atentado terrorista cometido en la Iglesia de los Santos, en Alejandría, el pasado 1 de enero.

El Senado también pidió al Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero que estudie “la posibilidad de acogida en España de algunos cristianos orientales, de acuerdo con nuestra legislación sobre asilo […] como ya han hecho otros países europeos, especialmente aquellos que se encuentren en situación de mayor peligro y previo al informe de nuestras representaciones diplomáticas”.

“No podemos permanecer impasibles”

El senador del PP Alejandro Muñoz Alonso defendió la moción y aseguró que esta iniciativa pretende salir al paso “de la intolerable e intolerante situación que están viviendo las minorías cristianas” en estos países.

Según explicó ante la Cámara, son más de 200 millones los cristianos que sufren situaciones de intolerancia y violaciones continuas de su libertad religiosa, y que reclaman la protección de las instituciones internacionales y de los gobiernos democráticos.

“Esas minorías cristianas de Oriente Medio son, en cierto modo, nuestra vanguardia y no podemos permanecer impasibles mientras son objeto de una sistemática aniquilación, que tiene todas las características de una limpieza étnica y, a veces, encaja perfectamente en el concepto de genocidio", advirtió.

Precisamente, el obispo auxiliar de Bagdad, Shlemon Warnudi, denunciaba el pasado jueves, 20 de enero, que la situación de los cristianos en su país es cada vez peor y hacía un llamamiento a la comunidad internacional para pedir ayuda.

En una audiencia celebrada ante la comisión de asuntos exteriores de la cámara de diputados de Italia, reunida para revisar las violaciones de derechos humanos en el mundo, monseñor Warduni alertó de que “los cristianos están en gran peligro”.

¿Reciprocidad o equivalencia?

Por su parte, el senador popular también solicita al Ejecutivo español que, en el ámbito de la Alianza de las Civilizaciones, “promueva el pleno ejercicio de la libertad religiosa de modo que los cristianos y las demás minorías religiosas gocen en aquellos países de las mismas garantías para la profesión y la práctica de sus creencias religiosas que las que se disfrutan en los países occidentales”.

Precisamente este término, ‘reciprocidad’, tuvo que ver con el rechazo inicial del PSOE a la propuesta del PP. La senadora socialista Concepción Gutiérrez, señaló que el término reciprocidad podía dar lugar a “confusiones”. Por ello, ofrecía una enmienda en la que, en lugar de ese término apareciera el de ‘equivalencia’.

En su respuesta, Muñoz Alonso, aludiendo a sus estudios realizados sobre el mundo yihaidista, respondió a la senadora socialista que quienes justifican en el mundo musulmán radical las diferencias de trato entre hombres y mujeres, lo hacen amparándose en la ‘equivalencia’.

Finalmente, todos los grupos firmaron una enmienda transacional y, en vez de exigir la misma reciprocidad, solicita que se promueva el pleno ejercicio de la libertad religiosa para los cristianos y demás minorías religiosas de la misma forma que se disfruta en los países occidentales.

miércoles, 26 de enero de 2011

Los antecedentes a la Primera Cruzada


Desde la encomienda de Barcelona, continuamos con el apartado dedicado a las Cruzadas, y que de manera resumida, el periodista e investigador Juan Ignacio Cuesta, nos explica brevemente en que contexto histórico se llevó a cabo la conquista de Tierra Santa.

Esta vez hemos extraído de su libro “Breve historia de las Cruzadas”, un apartado que nos habla sobre el principio que acabaría provocando el que el Papa Urbano II proclamase la Primera Cruzada.

Desde Temple Barcelona deseamos que su lectura os sea gratificante.

Mosaico de Alejo I de la iglesia de Santa Sofía

Los turcos invaden Tierra Santa

Tras la muerte de Basilio, comienza una época de debilidad de Bizancio que terminará con una nueva invasión, esta vez, bajo el mando de Selyuk. Los turcos “selyúcidas”, recién incorporados al Islam, avanzaron hacia el sur, entrando en Siria y Palestina. Las ciudades fueron ocupadas paulatinamente. En 1070 entraron en Jerusalén y, un año después, el ejército imperial cayó bajo sus armas en la batalla de Manzikert, donde Diógenes el Griego fue hecho prisionero. El Imperio tuvo que desprenderse de gran parte de Asia Menor. Antioquía fue incorporada en 1084. En 1092 los cristianos habían perdido todas las ciudades importantes en aquella región que ahora estaban ocupadas por las autoridades turcas, que controlaban todo gracias aun poderoso ejército.

Los peregrinos, empeñados en acudir a los Santos Lugares, cosa que constituía una obligación ineludible, sufren con este cambio, puesto que los nuevos dueños y controladores del territorio estaban frecuentemente poco atentos a facilitarles las cosas, cuando no interesados en aprovecharse de la situación. La inseguridad en los caminos, los muchos “controles” en los que los cristianos eran despojados de sus bienes, la constante presión que hacía que muchos no pudieran llegar a su destino o fallecieran en el viaje fue constante y un problema irresoluble. A veces fueron víctimas de torturas, secuestros y todo tipo de vejaciones. Estos musulmanes recién llegados no se vieron obligados a facilitarles las cosas a los cristianos. El resultado fue que acudir a visitar el Santo Sepulcro se convirtió en algo muy difícil y peligroso, lo que acentuaba los enormes sufrimientos provocados por la falta de alimentos y agua, además de enfermedades entonces totalmente desconocidas para ellos.

Por otra parte, los turcos aunque coincidían en creencias y prácticas religiosas con sus enemigos más cercanos, eran un pueblo belicoso e intolerante con una necesidad importante de invadir otros territorios aledaños. Creían que acosar a sus vecinos y a los peregrinos garantizaba su seguridad. Establecieron así un complejo sistema de vigilancia para evitar el constante riesgo de contaminación con todos los demás. La sensación de inseguridad que tenían les hizo ser mucho más duros y crueles de lo que realmente les hubiera sido necesario.

Las noticias sobre este estado de cosas se conocieron en Occidente, y poco a poco, reyes, señores, soldados, estamentos religiosos y gran parte del pueblo llano tomó conciencia de que era necesario hacer algo para frenar la expansión de los “infieles”, que empezaban a ser una amenaza importante. El peligro que significaban para el flanco sur del cristianismo los musulmanes de la península Ibérica empezaba a inquietar a todo el mundo. Una frontera tan cercana entre las culturas europea y asiática resultaba intolerable política y militarmente, en un momento en que la presión demográfica permitía tener a disposición gente dispuesta a luchar por una buena causa.

El emperador de Bizancio Alejo Comneno

La gran figura que pararía los intentos de expansión turca fue el general Alejo Comneno, que asumió la responsabilidad de parar a los invasores. Sin embargo, sus tropas eran realmente escasas desde la época de la muerte de Basilio Bulgaroktonos. No tuvo más remedio que buscar apoyos externos. Debían venir más soldados aunque fueran extranjeros. Lo más conveniente sería reclutar un ejército capaz de hacer retroceder a sus enemigos. Según el mandatario, los mejores eran los normandos, unos fieros guerreros que habían peleado en la conquista del reino de Inglaterra en 1066, incluso expulsado a los mismos bizantinos del sur de la península Itálica.

Hay que considerar que, en temas militares, a veces resulta conveniente tratar de convertir a nuestros perores enemigos en amigos útiles y razonablemente leales, imitando la astucia de sus antecesores, los grandes estrategas de la Roma imperial.

Varios emisarios partieron como embajadores ante el Papa Urbano II, en busca de facilidades para el reclutamiento de las gentes, gracias a su gran experiencia adquirida cuando promulgó la “Tregua de Dios”. Esta consistía en no combatir desde la tarde del miércoles hasta la mañana del lunes.

La primera medida instaurada por el pontífice fue convocar el Concilio de Piacenza en 1095. Se encargó la presidencia civil al rey Enrique IV, cabeza del Sacro Imperio Romano Germánico. Éste presionó para impedirlo, porque tenía un mejor candidato para ocupar el “Sillón de San Pedro”, más conveniente para sus intereses. Así se impediría ayudar al basileus bizantino, que lo que realmente obtuvo fue una invasión de desarrapados que luego los enemigos llamarían los infranyat, ifrany, farany o, más comúnmente, los frany (en árabe los franceses).

Desde luego, no era eso lo que esperaba, con lo que sus planes se frustraron, con gan decepción por su parte. La “chusma” que venían tenía tan mala fama, que intentó quitárselos de en medio lo más pronto posible, estimulándolos para que estuvieran el menor tiempo posible y continuaran camino de Jerusalén.

Los turcos fueron quienes se encargaron de “neutralizarlos”, exterminándolos, esclavizándolos o vendiéndolos como mano de obra. La precipitación y la improvisación de Pedro el Ermitaño, el furibundo propagandista que se puso a la cabeza de este primer escarceo, fue una de las causas de que la primera y segunda expediciones del “ejército del pueblo” cayeran casi por completo cuando se produjo el desastre de Xerigordón.

Sin embargo, el altivo Alejo Comneno era un emperador oriental-greco-romano influyente, prestigioso y muy inteligente, sobre todo.

El escritor Amin Maalouf nos lo describe como “quincuagenario, de menguada talla, ojos chispeantes de malicia, barba cuidada, modales elegantes, siempre cubierto de oro y ricos paños azules,… que tenía fascinado completamente al rey Kiliy Arslan, hijo de Suleimán su enemigo turcómano… Como todos los guerreros nómadas, sueña con conquistas y pillajes”.

No debiera extrañarnos entonces que, asustado por un “ejército” tan poco fiable, o sea, casi más peligroso para él que el de sus enemigos naturales, lo mandara a su suerte, un desastre seguro. Es sin duda el responsable del desastre del arranque de la Primera Cruzada. No porque lo quisiera así, sino que se vio obligado a ello por las circunstancias y el pragmatismo. Si la organización política de la Europa de aquel tiempo hubiera sido distinta, probablemente hubiera recibido las tropas que necesitaba, y la primera gran maniobra militar en contra de los turcos hubiera tenido más éxito.

Alejo no consiguió la ayuda de sus vecinos y supuestos amigos, pero el papel de Bizancio como lugar estratégico e intermedio entre dos mundos siguió siendo decisivo, sobre todo facilitándole las cosas poco más tarde al auténtico vencedor y héroe del “segundo acto” de la Primera Cruzada, Godofredo de Bouillón.

Su premio por ser más sensato, ponderado y mejor guerrero que quienes se dejaron llevar por un entusiasmo desmedido, y una excesiva confianza en recibir ayudas desde instancias sobrenaturales, fue conquistar por fin Jerusalén, y con ello todos los centros simbólicos-religiosos de la ciudad más santa para los cristianos y judíos, pero también para los musulmanes.

martes, 25 de enero de 2011

Padre Gabriele Amorth: una vida consagrada a la lucha contra Satanás.


Desde la encomienda de Barcelona, queremos abordar un tema que a muchas personas les interesa, pero que otras tantas desean no afrontar. Se trata de profundizar en la existencia real de los demonios y cómo actúan éstos contra la humanidad.

Desde que un buen número de ángeles se rebelaran contra su Creador y éstos fuesen arrojados al abismo. Su líder, Satanás, no ha dejado de intentar arrebatar a Dios las almas de los hombres.

Hizo falta que Jesús alentara a sus discípulos de la necesidad de expulsar a los demonios, para que la Iglesia a lo largo de su historia consagrase a sacerdotes dedicados a combatir a las fuerzas del Mal. Unos hombres cuyas armas son la fe cristiana, la intensa oración y el agua bendita.

Uno de esos valientes es el Padre Gabriele Amorth, más conocido con el apodo del “exorcista del Vaticano”. A pesar de su temprana vocación por el sacerdocio, Amorth jamás imaginaría el viraje que tomaría el rumbo de su vida cuando el cardenal Ugo Poletti, entonces vicario de Roma, lo convocó como ayudante del padre Candido Amantini, uno de los grandes expertos mundiales en exorcismo. Así comenzó lo que el padre Amorth denomina su “profesión”: enfrentarse cada día al demonio.

Creemos que es necesario recordar a todos nuestros lectores, que nunca se olviden que el Mal existe, que está latente y que no dudará en atacarles si bajan la guardia. Para ello hemos creado un apartado dedicado a la experiencia del padre Amorth, sobre esa intensa lucha contra el Maligno. Iremos seleccionando unos textos del libro “Memorie di un esorcista – La mia vita in lotta contro Satana”, para compartirlos con todos vosotros..

Desde Temple Barcelona deseamos que su lectura os sea provechosa.

Obispos incrédulos

Hace tiempo usted dijo que había pocos exorcistas, y que muchas diócesis no tenían ninguno. ¿Hoy ha cambiado esa situación?

Por desgracia, la situación no ha cambiado: sigue habiendo muchos curas y obispos que no nos creen. Le he escrito una carta al Santo Padre, a ver qué se puede hacer al respecto. Me ha prometido un escrito de la Congregación para el Culto Divino, la única institución que puede redactar este tipo de documento, en el que se recomendará a los obispos que, como mínimo, tengan un exorcista en cada diócesis. El problema es que, durante años, muchas diócesis han dejado de practicar exorcismos (esto sería largo de contar) y, a consecuencia de ello, en la mayor parte de los seminarios, donde se forman los sacerdotes del mañana, ya no se habla del tema.

En los cuatro primeros siglos de la historia cristiana cualquiera podía hacer exorcismos; no existían exorcistas en el sentido en que los entendemos hoy, como curas que tienen una función ministerial concreta. Jesús dijo: “Arrojarán a los demonios en mi Nombre”; sólo había que creer en Él y obrar con fe. Y esto sigue siendo válido hoy. Por eso existen grupos de Renovación, y otras personas a título individual, que hacen algo que yo no llamo exorcismos –para diferenciarlos de los exorcismos en sentido estricto-, sino plegarias de liberación. Y la verdad es que si se hacen con fe son muy efectivas, tanto como los exorcismos en sentido estricto.

Pero volvamos a la historia: en los cuatro primeros siglos de la historia de la Iglesia todo el mundo hacía exorcismos. Después instituyeron el exorcistado como orden menor y sólo podían ejercerlo los sacerdotes, concretamente los obispos. Hoy sigue funcionando así: los obispos son los únicos que poseen la facultad, el monopolio absoluto para nombrar exorcistas, o para retirarles el permiso de hacer exorcismos. Ahora bien, estos exorcismos, a los que llamo así porque los sacerdotes pronuncian una oración pública, no son las únicas iniciativas posibles para liberar a alguien del demonio. Siempre quedará la oración privada, que todo el mundo puede pronunciar, tal como nos enseñó Jesús.

Una batalla en dos frentes

Usted libra una batalla por partida doble, en dos frentes: contra el adversario de siempre y contra el silencio o incredulidad de la propia Iglesia.

Sí, una batalla para persuadir a los miembros de la Iglesia. Hasta el siglo XII todo fue bien, porque había muchos exorcistas en todas las diócesis. Luego empezó lo que yo llamo el período de locura, en el que algunos miembros de la Iglesia autorizaban las torturas a herejes. Después otro período, en el cual autorizaron que los herejes fueran entregados al brazo secular, es decir, a la justicia de los estados, y que los quemaran vivos en la hoguera. Semejante barbarie duró varios siglos. Es evidente que adoptaron medidas exageradas contra la herejía, hasta el punto de que, durante mucho tiempo, dejaron de hacer exorcismos y mandaban a los endemoniados directos a la hoguera. Con todo, se han conservado documentos de los pocos clérigos que aún hacían exorcismos. Por ejemplo, hubo un obispo francés que no quiso condenar a la hoguera a una monja poseída por el diablo (una auténtica bruja) y la mandó exorcizar. Necesitaron dos años para liberarla, pero luego vivió santamente el resto de su vida. Era una posesión en toda regla, lo cual se da muy pocas veces; son mucho más habituales otras manifestaciones y acciones diabólicas.

Hablando de persecuciones a herejes y poseídos, recuerdo que una vez, en Radio María, me preguntaron si san Carlos Borromeo había condenado a gente a la hoguera. Y sí, es cierto, según algunos testimonios, Borromeo lo hizo, porque la santidad no exime a nadie de la mentalidad propia de su época y él, aun siendo santo, condenó a personas que acabaron en la hoguera.

En aquella etapa no se hicieron exorcismos y, en época moderna, como reacción a los absurdos y atrocidades cometidos en el pasado, tampoco se hizo nada. Así, en la mayoría de los seminarios no se hablaba del infierno ni del demonio y hoy en día en muchos todavía no se habla de exorcismos.

Por eso hay tantos curas que no creen en ellos, y tantos obispos… Sí, obispos. Algunos curas llegan a obispos y siguen sin creer; incluso declaran públicamente que el infierno y el demonio no existen. Sin embargo, Jesús habla con profusión de ambos en el Evangelio. Y yo me pregunto: ¿no se lo han leído, o es que no creen en nada de esto?

En cuanto al hecho de que el propio Jesús sanara a muchos endemoniados, estos incrédulos afirman que dicho término es un producto del lenguaje y la cultura de aquella época, en la que llamaban endemoniados a simples enfermos. Pero lo cierto es que el Evangelio diferencia claramente ambos casos, es decir, cuando Jesús sana enfermos de cuando libera a personas del demonio. También diferencia con gran claridad el poder de sanar y el poder de expulsar a los demonios. Y su mensaje final es: id, predicad mi palabra, expulsad a los demonios y sanad a los enfermos.

Satanistas en el Vaticano

Don Gabriele, antes ha dicho usted que algunas sectas son poco serias, mientras que otras son mucho más terribles.

Desde luego, algunas son terriblemente serias. Y, por desgracia, las hay por todas partes, incluso en el Vaticano.

¿En el Vaticano?

Sí, en el Vaticano hay miembros de sectas satánicas.

¿Y quiénes son los implicados? ¿Se trata de curas o de laicos?

Hay curas, monseñores y hasta cardenales.

Disculpe, don Gabriele, pero… ¿usted cómo lo sabe?

Lo sé por personas que me lo han contado y que han tenido ocasión de comprobarlo directamente. Además, el mismo demonio se ha visto obligado a confesarlo en más de una ocasión durante los exorcismos.

¿El Papa está informado de ello?

Claro que está informado. Y hace lo que puede… Es algo escalofriante. Tenga en cuenta que Benedicto XVI es un Papa alemán, y en su país siempre han sido muy recios a creer en estas cosas. De hecho, en Alemania casi no hay exorcistas; sin embargo, el Papa cree. Tuve ocasión de hablar con él tres veces, cuando aún era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y ¡vaya si cree! Además, ha hablado de ello explícitamente y en público muchas veces. Incluso nos recibió como asociación de exorcistas, e hizo un bonito discurso animándonos, elogiando nuestro apostolado. Por otra parte, no olvidemos que Juan Pablo II habló muchísimo del diablo y el exorcismo.

Entonces es cierto lo que decía Pablo VI: el humo de Satanás ha entrado en la Iglesia.

Por desgracia, es cierto; en la Iglesia hay adeptos a las sectas satánicas. Pablo VI dijo lo del “humo de satanás” el 29 de junio de 1972. Y, como la frase suscitó un gran escándalo, el 15 de noviembre del mismo año dedicó uno de sus discursos de los miércoles al demonio, con frases muy duras. Sólo que su discurso no tuvo repercusiones prácticas. Rompió el hielo, eso sí, y levantó el velo de silencio y censura que se había echado durante tanto tiempo, pero nada más. Se necesitaba alguien como yo, un hombre insignificante, un don nadie, para dar la voz de alarma y obtener repercusiones prácticas.

lunes, 24 de enero de 2011

Los orígenes de la Orden del Temple: IIª parte.


Desde la encomienda de Barcelona, queremos compartir la segunda parte dedicada a los orígenes de la Orden del Temple, desde la óptica de la historiadora Helen Nicholson.

Para ello hemos seleccionado el siguiente texto de su libro “The knights Templar”. Desde Temple Barcelona confiamos en que su contenido os será interesante.

Las diferencias políticas y religiosas en las que se vio sumida la región operaron en beneficio de los cruzados. Durante siglos los sunníes habían librado guerras religiosas contra los chiítas, a los que consideraban herejes. En ocasiones tanto sunníes como chiítas vieron en los cristianos a unos útiles aliados contra sus adversarios islámicos. Un fanático grupo chiíta de Siria se haría célebre con el nombre de la “Secta de los Asesinos”, eliminando a cualquier figura política, independientemente de su credo, que supusiera una amenaza par ella. Había también diversas comunidades cristianas en la zona, que seguían versiones distintas de la fe cristiana y no reconocían la validez de las demás: los ortodoxos sirios, los armenios, los maronitas, los jacobitas y los nestorianos. […]

[…] Tras la desastrosa campaña de 1101, en la que los ejércitos cristianos fueron aniquilados por los turcos en Asia Menor, Europa occidental no emprendió más expediciones militares internacionales a gran escala a Oriente hasta 1147, cuando se puso en marcha la segunda cruzada. Sin embargo, siguieron llegando todos los años por tierra o por mar grupos de peregrinos a Tierra Santa. A medida que los barcos fueron convirtiéndose en un medio de transporte más seguro, fue aumentando el número de peregrinos que prefería viajar por mar en lugar de utilizar la vía terrestre que cruzaba el Asia Menor ocupada por los turcos. Lo habitual era que los peregrinos emprendieran en primavera su viaje y zarparan de Italia o el sur de Francia, vía Sicilia, Creta, Rodas y Chipre, donde se aprovisionaban de agua y otros suministros (las naves de la época no podían transportar suficiente agua para más de unos pocos días), y siguieran su viaje “avanzando de isla en isla” por el Mediterráneo como habían hecho con anterioridad los barcos durante siglos, sin distanciarse demasiado de la costa. La última etapa consistía en zarpar desde Chipre rumbo al este hasta divisar el litoral sirio, dirigiéndose entonces hacia el sur, sin alejarse de la costa, hasta alcanzar un lugar conveniente en el que recalar. Ese lugar podía ser Jaffa (llamada también Joppa, la actual Tel-Avid-Jaffa),que era el puerto más próximo a Jerusalén, aunque poco seguro; Acre (conquistada a su caudillo musulmán en 1104: actualmente Akko), un puerto seguro situado más al norte; Beirut (conquistada en 1110); o el puerto de Tiro en el istmo, unido al continente por una estrecha península (Sür, conquistada en 1124). Independientemente de donde desembarcaran, los peregrinos debían entonces trasladarse a lo largo de la costa hasta llegar a Jaffa, y luego por caminos internos hasta Jerusalén. Su primera visión de la ciudad santa habría sido una panorámica de la dorada Cúpula de la Roca desde la colina del monasterio de San Samuel, llamada “Montjoie” –Monte Alegría”- porque suponía la dichosa perspectiva del fin de su viaje. Llegaban a Tierra Santa para poder estar a tiempo en Jerusalén y participar el los servicios religiosos de la Pascua que se celebraban en la iglesia del Santo Sepulcro. Luego visitaban los demás lugares santos, se unían a cualquier campaña militar que estuviera en marcha y zarpaban de nuevo rumbo a la patria a finales de verano, en el mes de septiembre, antes de que comenzara la época de tormentas propia de comienzos del otoño.

Entre los peregrinos llegados a Oriente durante la primera década de la existencia de los nuevos estados cruzados figuraba Hugo, conde de la región nororiental francesa de Champagne. Tras realizar un primer viaje a Oriente en 1104 y regresar a su país en 1105, Hugo volvió de nuevo a Oriente en 1114. Ivo, obispo de Chartres, le escribió, reprendiéndole por haber abandonado a su esposa y ponerse al servicio de las milicias de Cristo (militiae Christi) para dedicar su vida a “esa caballería evangélica” (evangelicam militiam) “en virtud de la cual dos millares puedan combatir con firmeza a aquel que está dispuesto a atacarnos con doscientos mil”. Esta alusión bíblica sería utilizada veinte años después por Bernardo, abad de Claraval, cuando escribió acerca de su apoyo a la nueva Orden del Temple, aunque en las palabras de Ivo no se hacía mención alguna a los templarios. Tal vez sólo indicara que Hugo había tomado los votos de los cruzados como parte de su juramento de peregrino, aunque también es probable que hubiera prestado juramento de unirse a una confraternidad o hermandad de caballeros que se habían organizado para proteger los santos lugares de Oriente.

La hermandades de caballeros pasaron a convertirse en algo habitual en el oeste de Europa durante el siglo XI (esto es, el siglo que precedió a la primera cruzada). Estaban formadas por guerreros de cierto estatus social; no necesariamente nobles, pero sí lo suficientemente ricos como para costearse un equipamiento militar completo: una armadura con cota de malla, un yelmo, un caballo, una espada con su escudo y una lanza. “Hermandad” o “confraternidad” (del latín, confraternitas) significa literalmente “congregación o comunidad”, un grupo de personas que en calidad de igualdad, colaboran juntas por un objetivo común. Para las hermandades de caballeros del siglo XI, el objetivo era militar y religioso indistintamente. Se formaron grupos de caballeros para defender iglesias y monasterios del ataque de los bandidos. Algunos caballeros de la primera cruzada también crearon hermandades, y prometieron compartir sus recursos para ayudarse uno a otro durante el viaje. Dichos grupos podían buscar la bendición formal de un sacerdote o carecer de un reconocimiento religioso oficial. Creían, como hacían muchos caballeros, que un caballero debía poner su espada al servicio de Dios, combatir el mal y difundir la voluntad del Señor, por todo lo cual serían recompensados.

Hugo de Champagne no se quedó en Oriente en 1114. Sin embargo, en 1125 abandonó a su esposa y regresó a Oriente para unirse a la Orden del Temple. Este grupo de caballeros, creado con un propósito militar piadoso, había recibido el reconocimiento de la Iglesia en el Concilio de Nablus celebrado en enero de 1120. Según manifiesta el prólogo de la Regla de la nueva orden, redactado en 1129 en el Concilio de Troyes (en Champagne), ésta recibió el nombre de “los Pobres Caballeros de Cristo del Templo de Jerusalén”, y uno de sus fundadores fue Hugo de Payns. Los especialistas han deducido que este Hugo era uno de los caballeros que tenía a su servicio el conde Hugo de Champagne, al que tal vez acompañara en su viaje a Oriente de 1114, quedándose allí cuando su señor regresó a Francia.

¿Qué fue de la “caballería de Cristo” y la “caballería evangélica” de la que Ivo de Chartres había hecho alusión en 1114? Tal vez Ivo se refiriera sólo a unos votos de cruzados. Si Hugo de Champagne había creado una hermandad de caballeros con la que partir rumbo a Oriente, probablemente ésta se disolviera en cuanto finalizó la expedición. Resulta tentador contemplarla como el principio de la Orden del Temple, pero antes de abrazar esa conclusión es necesario considerar los testimonios relacionados con el comienzo de la orden.

viernes, 21 de enero de 2011

Los orígenes de la Orden del Temple: Iª parte


Desde la encomienda de Barcelona, continuamos nuevamente sobre la visión que nos ofrece la historiadora y especialista en la Orden del Temple, Helen Nicholson, sobre el origen de la famosa Orden.

Para ello hemos seleccionado un texto de su libro “The knights Templar”, donde de manera sencilla y agradable, nos facilita una serie de datos importantes para poder seguir la estela de los pobres caballeros de Cristo.

Desde Temple Barcelona, deseamos que su contenido lo encontréis fascinante.

Después de que las fuerzas de la primera cruzada conquistaran la ciudad de Jerusalén el viernes, 16 de julio de 1099, y derrotaran a las tropas de refuerzo egipcias que llegaron demasiado tarde para evitar la caída de la ciudad, la mayoría de los cruzados regresó a Europa, llevando con ellos historias de privaciones y peligros, milagros y victorias; hubo quien llevó consigo reliquias santas adquiridas en los viajes, aunque fueron pocos los que obtuvieron alguna riqueza. En el territorio recién conquistado sólo tuvieron alguna riqueza. En el territorio recién conquistado sólo quedó una pequeña parte del ejército, no suficiente para dominar la región. El clérigo Foucher de Chartres, en su calidad de miembro de la primera generación de colonos, escribió que en 1100 únicamente quedaron trescientos caballeros y trescientos soldados de a pie en las proximidades de Jerusalén. Era demasiado poco para proteger el país.

Los cruzados consideraban sus conquistas una parte de la Cristiandad que fue conquistada temporalmente por el Islam, pero que ahora había sido devuelta a sus verdaderos propietarios. Jerusalén, una ciudad amurallada erigida sobre una colina rodeada por los profundos valles de unas montañas de gran altitud, era (y es) centro de las tres grandes religiones “del libro”: el judaísmo, el cristianismo y el islam. Para los judíos, está situada sobre la colina en la que Abraham, padre de la nación, estuvo a punto de sacrificar a su hijo Isaac, que fue salvado cuando Dios envió un carnero para ser sacrificado en su lugar (Génesis 22). También es la primera ciudad conquistada por el rey David, en la que su hijo, Salomón, erigió un gran templo para el único Dios; en su sanctasanctórum fue depositada el Arca de la Alianza, el cofre portátil de madera que guardaba en su interior las tablas de piedra en las que había esculpidas las leyes dadas por Dios a Moisés en el monte Sinaí. Bajo el dominio romano, Jerusalén siguió siendo un símbolo de la nación hebrea: los judíos continuaron viviendo en la ciudad que se había convertido en centro de peregrinación.

Como ciudad en la que Cristo había debatido en el Templo y en la que había predicado, había sido condenado a muerte y había resucitado entre los muertos, Jerusalén era también centro de peregrinación de los cristianos. En 326 la emperatriz Elena, madre de Constantino el Grande (emperador único entre 324 y 337), llegó a Jerusalén en peregrinación y descubrió los restos de la “Vera Cruz”. El Imperio Romano estaba gobernado por aquel entonces por una dinastía cristiana, después de que Constantino se hubiera convertido en 312. En Jerusalén fueron erigidos impresionantes santuarios cristianos en los lugares significativos de la pasión, muerte, sepultura y resurrección de Cristo, con una gran rotonda, la anastasis, en el emplazamiento de la supuesta tumba vacía, la iglesia del Santo Sepulcro. Estos lugares estaban emplazados en sus orígenes fuera de la ciudad antigua, pero, tras la revuelta de los judíos contra Roma en 66 d.C., Jerusalén fue destruida en 70 d.C. por los conquistadores romanos. Cuando fue reconstruida, esos lugres formaron el núcleo de la nueva ciudad. Los peregrinos cristianos viajaban a Jerusalén para visitar los Santos Lugares o para asentarse allí de forma permanente. Eso fue relativamente fácil mientras Jerusalén siguió formando parte del Imperio Romano. […]

[…] Cuando el califa musulmán Omar I ibn al-Khattab (634-644) llegó a Jerusalén en 638, quedó asombrado por el estado que presentaba el Monte del Templo. Para los musulmanes, es el emplazamiento desde el cual el profeta Mahoma ascendió a los cielos en su “viaje nocturno”, y constituye el tercer lugar más sagrado del mundo después de La Meca y Medina en Arabia. Se procedió a su limpieza, y entre 688 y 692 el décimo califa, ‘Abd al-Malik ibn Maruan, construyó la Cúpula de la Roca en el centro de aquel lugar. Se trata de una cúpula dorada de plano octogonal. En 709 (o poco después) al-Walid (705-715) mandó erigir en el extremo sur del lugar una pequeña mezquita de planta rectangular. Esta mezquita venía a simbolizar el punto más alejado de La Meca y Medina que había alcanzado el profeta en su viaje nocturno, y pasó a llamarse “al-Aqsa”, “la más remota”.

Los cristianos continuaron peregrinando a Jerusalén durante el dominio de los musulmanes, cuyos caudillos, en su mayoría, siguiendo las instrucciones del profeta, no tenían ningún inconveniente de su raza y credo. Pero surgieron algunos problemas: en 1009 el califa al-Hakim Bi-amr Allah (996-1021) destruyó la iglesia del Santo Sepulcro y persiguió a los no musulmanes. El centro de culto fue reconstruido, y las peregrinaciones siguieron durante todo el siglo XI, pero el viaje a Oriente resultaba cada vez más difícil debido al avance hacia Occidente desde Asia central de los turcos selyúcidas. Hasta entonces buena parte del viaje a Jerusalén podía realizarse por tierra sin abandonar territorio cristiano, pero tras las derrotas sufridas por el Imperio bizantino a manos de los turcos selyúcidas, los peregrinos se verían obligados a recorrer territorios fronterizos. Se hizo indispensable viajar con armas. Ese tipo de problemas fue uno de los factores que impulsaron en 1095 al papa Urbano II a hacer un llamamiento a los soldados europeos de Occidente, lo que daría lugar a la primera cruzada.

Los cruzados reclamaban Jerusalén para la Cristiandad, no sólo porque era el lugar donde Jesús había vivido, muerto y resucitado, sino también porque se sentían los herederos del Imperio Romano. Identificaban muchos de los lugares sagrados del país que habían conquistado con emplazamientos citados en la Biblia. En Jerusalén identificaban la Cúpula de la Roca con el “Templo del Señor” del Nuevo Testamento y la mezquita de al-Aqsa con el “Templo de Salomón”, sin darse cuenta de que los edificios originales habían sido destruidos varios siglos atrás. Establecieron señoríos y sus propias administraciones: un rey en Jerusalén, nuevos patriarcas católicos en esa ciudad y en Antioquía junto a los ortodoxos sirios ya existentes y una red de arzobispos y obispos católicos a lo largo y ancho de su nuevo territorio. Surgieron así cuatro grandes señoríos seculares en torno a las principales ciudades: el principado de Antioquía (actualmente Antakya), el condado de Edesa (actualmente Urfa), el condado de Trípoli (actualmente Tarábulus) y el reino de Jerusalén. En la actualidad, los historiadores denominan a esos lugares “los estados cruzados”, aunque sus habitantes no eran cruzados. Los colonos y los cruzados originales recibían el nombre de “francos”, porque los primeros cruzados procedían de las regiones de Europa occidental habitadas o controladas por el pueblo germánico de los francos: Renania, Francia septentrional, central y meridional y la isla de Sicilia. Eran cristianos católicos romanos o “latinos”. Fin de la primera parte.

jueves, 20 de enero de 2011

La Unión Europea “sacrifica” las fiestas cristianas del calendario escolar e incorpora las de otras confesiones


Desde la encomienda de Barcelona queremos compartir con los lectores de esta humilde casa una noticia publicada en la web de Forum Libertas, la cual nos ha llamado poderosamente la atención y que ha pasado de “rositas” en los medios de comunicación.

Era más importante hablar de los “pinganillos de traducción simultánea” utilizados en el Senado español para la utilización y el entendimiento de las diferentes lenguas vernáculas que utilizan algunos de los respetables senadores de un país al que todavía se le llama España.

La noticia que a continuación compartiremos, quizás para algunos, (también respetables medios de comunicación) no produzca el interés (por no decir morbo) necesario para generar locuaces titulares y grandilocuentes chistes cargados de la acidez folclórica que se deja entrever dentro de la pluralidad de nuestras gentes. Y es que hablar de religión para algunos se ha convertido en algo obsoleto, más todavía cuando toca defender la religión cristiana.

La culpa de eliminar fiestas cristianas para introducir otras fiestas de otras religiones, la tenemos nosotros mismos, los que hemos nacido y todavía residimos en un continente al que todavía se le llama Europa. Los culpables no hay que buscarlos en Mohamed, o Fátima, o Aaron, o Chiang, que vienen a buscar una vida mejor que la que tienen en sus países de procedencia.

Nuestros dirigentes políticos, los del Parlamento de Bruselas, siguen empeñados en que se les aplauda desde otros lugares del planeta, desde otras civilizaciones diferentes a la nuestra, desde otras formas de enfocar la existencia. Aplausos que deben sonarles a “música celestial”; eso sí, siempre y cuando esa música no provenga del órgano de alguna iglesia.

Desde Temple Barcelona, deseamos que el contenido nos haga a todos reflexionar.

Sacrificio del Cordero de Dios

ForumLibertas.com

Desde hace varios años, la Comisión Europea produce una agenda destinada a los alumnos de los colegios e institutos de la Unión Europea. Este año la sorpresa ha sido mayúscula cuando en esta agenda, que se propone a los profesores de la Unión Europea, figuran numerosas fiestas religiosas: judías, hindúes, sikhs y musulmanas, pero no se ha señalado ninguna fiesta cristiana. La fiesta de Navidad, por ejemplo, celebrada hace algunas semanas en toda Europa, sencillamente está ausente de esta agenda.

Una iniciativa de recogida de firmas contra este hecho explica porqué es inaceptable este “olvido”. En la página web “Agenda Europa” se explica que el papel de la religión cristiana en la formación de Europa “es un hecho histórico innegable”. Por lo tanto, “¿Cómo puede esta agenda, cuya presentación afirma ser “una mina de información sobre la Unión Europea”, suprimir así toda referencia al cristianismo? ¿Cómo pretender instruir a los jóvenes sobre la Unión Europea negando una religión que ha contribuido tanto a su construcción y a su unidad?”, se preguntan los promotores.

Además, se constata que la religión cristiana “es la primera de las religiones en Europa”, por lo que “es impensable que se niegue así lo que reviste una importancia tan grande en la vida de todas estas personas, este zócalo de valores y convicciones que tienen en común”.

Finalmente, se recuerda que la religión cristiana, “más que un elemento religioso, es también un elemento cultural fundador de la historia y de la identidad de la gran mayoría de las naciones europeas”. En este sentido se indica que las fiestas cristianas, como Navidad o Pascua, olvidadas en esta agenda, “se celebran a través de toda Europa por parte de numerosas personas, incluso no cristianas”.

Es por ello que la iniciativa pide que la agenda, “en su versión actual”, no sea distribuida y que la que se distribuya finalmente “mencione explícitamente las fiestas cristianas”.

E-cristians habla de “hecho inadmisible”

Para protestar ante lo sucedido, E-cristians ha iniciado una campaña en la que invita a sumarse con la firma a la iniciativa de “Agenda Europa”.

La asociación considera este hecho inadmisible, ya que viola la Directiva europea sobre discriminación. Además, considera que la agenda que se ha propuesto es contraria “a las verdaderas raíces de la esencia europea y de su historia como continente”. Además lo considera un “suicidio” cultural, sobre todo, teniendo en cuenta el diferente trato que reciben en este calendario otras confesiones históricamente foráneas.