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martes, 8 de febrero de 2011

Los comienzos de la Orden del Temple: Iª parte


Desde la encomienda de Barcelona hoy hemos querido recuperar un nuevo texto de la historiadora y especialista en la Orden del Temple, Mrs. Helen Nicholson, de su libro “The Knights Templar”; donde de manera sobresaliente, nos muestra todas las posibilidades históricas que han existido en relación a los comienzos del Temple en Tierra Santa.

Desde Temple Barcelona, deseamos que su lectura os transporte a los orígenes de los templarios.

La Orden del Temple fue la primera orden militar fundada en el seno de la Iglesia católica, pero los autores del siglo XII no se ponen de acuerdo en cómo empezó. Los propios templarios no escribieron ninguna historia. Esta falta de actividad histórica era poco habitual en las órdenes religiosa, aunque no es de sorprender en una que hacía hincapié en la guerra por encima de cualquier otro objetivo y que disuadía activamente a sus miembros de que emprendieran el camino de la erudición.

El arzobispo Guillermo de Tiro, cuando redactó su historia de los estados cruzados entre 1165 y 1184, escribió que los primeros templarios eran un grupo de caballeros de la nobleza, “dedicados al Señor, religiosos y temerosos de Dios”, que se pusieron en manos del patriarca (Warmundo de Picquigny, 1118-1128) para servir a Cristo. Tenían la intención de convertirse en canónigos regulares- esto es, sacerdotes seguidores de una regla religiosa, dispuestos a levar una vida de comunidad en un convento-, y tomaban los tres votos monásticos de castidad (abstinencia de cualquier tipo de relación sexual), pobreza (carencia de propiedades privadas) y obediencia (a su superior, bajo las órdenes de Dios). Sus líderes fueron Hugo de Pgens (o Panys) Godofredo de Saint-Omer. Como no disponían de un lugar donde vivir, el rey Balduino II (1118-1131) les cedió un palacio situado en el ala sur del “Templo del Señor” o Cúpula de la Roca (dicho palacio era la mezquita de al-Aqsa, que los cruzados llamaban “Templo de Salomón”), y los canónigos del Templo del Señor les ofrecieron la zona que rodeaba el palacio. El rey y sus nobles y el patriarca y sus prelados pusieron a su disposición unos fondos que podían utilizar para la adquisición de alimentos y ropas. El patriarca y sus prelados les comunicaron que su deber como hombres que habían profesado unos votos religiosos era defender de cualquier peligro las rutas de los peregrinos. Durante los primeros nueve años vistieron ropas similares a las de los caballeros seculares, pero al noveno año de su creación, en el transcurso del Concilio de Troyes (Champagne), les fue concedida una regla religiosa y un hábito blanco (que consistía simplemente de un ligero manto o capa): una vestimenta distintiva que los señalaba como individuos que habían tomado los votos monásticos. El blanco simbolizaba la pureza. Posteriormente el Papa Eugenio III (1145-1153) les autorizaría a llevar una cruz roja sobre sus mantos blancos, para demostrar que eran caballeros de Cristo. La cruz roja sobre el color blanco era también símbolo de martirio. Guillermo de Tiro subrayaba la pobreza inicial de los integrantes de la hermandad y el hecho de que su reclutamiento fuera muy lento: escribió que al cabo de nueve años seguían habiendo solamente nueve hermanos. Consideraba a los miembros de la orden hombres de la Iglesia, iguales a los clérigos o frailes regulares que vivían en una comunidad religiosa, y afirmaba que su vocación militar se debía al patriarca y los prelados; en otras palabras, que el concepto de la primera orden militar brotaba de la Iglesia.

¿Podemos establecer como válida la interpretación de Guillermo de Tiro? Autores anteriores, que escribieron en época más próxima a la de la fundación de la orden, cuentan una versión muy distinta. Uno de ellos, Simón, monje de Saint-Bertin (localidad del Artois, próxima a Saint-Omer, en el noreste de Francia), escribió en 1135-1137 aproximadamente que los primeros templarios fueron cruzados que habían decidido permanecer en Tierra Santa en lugar de regresar a la patria después de la cruzada. […]

[…] Desde el monasterio normando de Saint-Évroul, el monje anglonormando Orderico Vitalis (1075-1141) escribía en la década de 1120 ó 1130 que el conde Foulque V de Anjou (muerto en 1143) se había unido a los “caballeros del Temple” durante un tiempo cuando fue en peregrinación a Jerusalén en 1120. Tras regresar a Occidente, siguió contribuyendo a la orden con una suma anual de dinero, treinta libras de Anjou, en calidad de subvención. Orderico llama a los templarios venerandi milites, caballeros dignos de admiración que deben ser tenidos en gran consideración, y escribe que ponían su vida al servicio físico y espiritual de Dios, que desdeñaban todas las cosas terrenales y que diariamente se enfrentaban al martirio. Es evidente que sentía gran admiración por ellos, pero los considera unos caballeros piadosos más que el equivalente de unos monjes.

Orderico no habla de cuándo fue creada la orden, pero su obra demuestra que ésta ya estaba en activo en 1120. las versiones de la orden dadas por otros autores posteriores se vieron influidas por una breve exposición redactada por Bernardo, monje cisterciense abad de Claraval (muerto en 1153), que posteriormente subiría a los altares. Escrita con anterioridad a 1136 y dirigida a “mi apreciado Hugo, caballero de Cristo y maestre de los caballeros de Cristo”, la exposición pretende ser una carta de aliento a los hermanos de la Orden del Temple, escrita a petición de Hugo de Payns. La misiva fue redactada en latín, lengua que la mayoría de los templarios desconocían, aunque probablemente Bernardo pretendiese que les fuera leída su traducción. Durante el proceso del que más tarde fue víctima la orden, un hermano declaró haber estado en posesión de una copia de esta carta. La misiva también circuló entre las demás órdenes religiosas y fue copiada en manuscritos propiedad de otros centros religiosos, junto con copias de la versión latina de la Regla del Temple.

Bernardo sentó las bases espirituales de la nueva orden religiosa. Se trataba, según decía, de un nuevo tipo de orden de caballería surgido en la región por donde Cristo había caminado durante su vida terrenal. A diferencia de los caballeros seculares, que se vanagloriaban de su apariencia y para los que su estímulo a la hora de entablar combate eran el orgullo, la irracionalidad, la cólera, el deseo de obtener más honores y mayor gloria o la ambición del poder, los miembros de la nueva orden de caballería vestían con austeridad, llevaban el pelo corto, tenían la piel oscurecida por sus cotas de malla y por el sol, y luchaban por el sencillo motivo de defender a la Cristiandad de sus despiadados enemigos y de acabar con el mal. […]

[…] La Regla en sí misma no tenía nada de secreta. Los manuscritos en latín de la Regla que se han conservado no pertenecían a los templarios, sino que fueron copiados por otros religiosos que no pertenecieron a la orden. El Papa Clemente V poseía también dos copias de la Regla de los templarios traducida al francés. La Regla constituyó la base de otras órdenes militares posteriores, como, por ejemplo, la de los caballeros teutónicos y la de la Hermandad de la Espada de Livonia. Durante el proceso al que fue sometida la orden en Chipre (1310-1311), uno de los testigos declaró haber leído la Regla y haber quedado impresionado por ella. En resumen, se trataba de un documento público que recibía la aprobación de otros miembros de la sociedad. […]

[…] El papel desempeñado por Bernardo es posterior a la creación de la orden. Las investigaciones llevadas a cabo hasta ahora han puesto de relieve que los contemporáneos y casi contemporáneos de la época no estaban seguros de cuándo había empezado a existir la orden del Temple como tal, ni por qué se había originado, ni de quién era el responsable de su formación. La opinión general era que había sido la iniciativa de un grupo de caballeros en Tierra Santa, que estaban allí como cruzados o como pacíficos peregrinos, y que la orden fue aprobada por el patriarca y/o los señores seculares de la región.

Los autores posteriores escucharon versiones distintas. Walter Map (muerto en 1209 ó 1210), funcionario seglar de la corte del rey Enrique II de Inglaterra (1154-1189), cuenta diversas anécdotas acerca de los primeros días de los templarios. Probablemente las escuchara de Guillermo de Tiro o de sus colegas delegados del reino de Jerusalén en el transcurso del Tercer Concilio de Letrán de 1179. Según Map, “Paganus”, un caballero de Borgoña, fue en peregrinación a Jerusalén y, cerca de la ciudad santa, emprendió la defensa de un abrevadero de caballos que estaba siendo atacado por los sarracenos. Para acometer esa tarea fundó la Orden del Temple. Sintiéndose satisfecho con una vestimenta austera y sencillos alimentos, invirtió todo lo que poseía en la compra de sus armas y su caballo, y reclutó a guerreros para su causa valiéndose de la predicación y de su enfoque personal, y de todos los medios a su alcance. (fin de la primera parte)

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