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miércoles, 9 de febrero de 2011

Los comienzos de la Orden del Temple: IIª parte


Desde la encomienda de Barcelona, os ofrecemos la segunda y última parte sobre los comienzos del Temple según la visión de la historiadora Helen Nicholson y que expone de manera vivaz en su libro “The Knights Templar”.

Desde la encomienda de Barcelona esperamos que os haya gustado.

Map veía la orden como la iniciativa de un hombre piadoso, y la aprobaba con fervor. Pero no hay otra versión que coincida con la suya. Su relato es tardío, está escrito en la década de 1180 como muy pronto. En la crónica atribuida a Ernoul y a Bernardo el tesorero de la abadía de Corbie en Francia se conserva una versión aún más tardía de los orígenes de los templarios. Ernoul, según cuenta una versión de su crónica, era un escudero del séquito de Balduino de Ibelin (los Ibelin constituían una de las familias nobles más relevantes del reino de Jerusalén). Según esa crónica, los primeros templarios fueron un grupo de caballeros que habían decidido dedicar su vida al Santo Sepulcro después de la primera cruzada. Se dieron cuenta de que la región necesitaba guerreros y se autoinculparon de llevar una vida cómoda y ociosa cuando debían estar trabajando. Así, pues, decidieron, con la autorización del prior del Santo Sepulcro, elegir a un maestre que pudiera conducirlos al campo de batalla cuando fuera necesario. El rey Balduino II aprobó la iniciativa y convocó al patriarca de Jerusalén, a los arzobispos y obispos y a los barones de la región. De esa reunión saldría aprobada la nueva orden. El rey Balduino le concedió tierra, castillos y ciudades y persuadió al prior del Santo Sepulcro de que le relevara de la obediencia que le debía. Los hermanos llevan todavía parte del distintivo del Santo Sepulcro, pues ostentan una cruz escarlata y el signo del Santo Sepulcro es una cruz con dos brazos de ese color. El cronista añade: “Y de ese modo el Hospital lanzó el Temple y le dio su Regla y el patrón llamado patrón Bauçant [pío]”. A continuación cuenta que los hermanos pidieron al rey que les concediera el palacio situado frente al Templo del Señor como residencia hasta que pudieran construirse uno, y que le monarca accedió. La orden solía agasajar al rey cuando éste participaba en ceremonias en Jerusalén portando su corona. “Más tarde construyeron una hermosa y lujosa residencia junto al palacio, que fue destruida por los sarracenos cuando tomaron la ciudad…Fue así como los templarios fueron llamados a partir de entonces “templarios”·.

Aunque este relato fue escrito después de 1187, cuando los sarracenos conquistaron Jerusalén, la versión que ofrece de los orígenes de la orden resulta convincente. Combina las indicaciones de historias anteriores: que la Orden del Temple fue creada a iniciativa de los propios caballeros, que esos caballeros fueron peregrinos llegados al reino de Jerusalén que se habían establecido en la ciudad y que se dieron cuenta de que la región necesitaba guerreros que la defendieran. La nueva orden obtuvo el reconocimiento tanto del rey como del patriarca. Además, esta versión ayuda a explicar por qué en Occidente los autores a veces se muestran confusos a la hora de establecer la relación existente entre el Hospital de San Juan –fundado en la década de 1060 ó 1070 para cuidar de los peregrinos que enfermaban durante su viaje a Jerusalén-, la Orden del Temple y los monjes del Santo Sepulcro (los frailes que vivían y trabajaban en el Santo Sepulcro). También explica por qué los hospitalarios y los templarios de Tierra Santa siguieron la liturgia del Santo Sepulcro en los servicios de sus iglesias, y por qué el sello del maestre del Temple llevaba la imagen de la cúpula del Santo Sepulcro. Según Ernoul, en un principio estos tres grupos estuvieron juntos. Los hospitalarios y los templarios empezaron a existir como tales formando parte de la comunidad religiosa establecida en la iglesia del Santo Sepulcro.

El papel que se atribuye al rey Balduino resulta especialmente interesante. Mientras Guillermo de Tiro considera al patriarca la figura clave que dio origen a la orden, Ernoul insiste en que fue el rey el primero en dar su apoyo a la nueva institución. Los templarios mantuvieron unos lazos muy estrechos con los reyes de Jerusalén durante el siglo XII, al igual que los mantuvieron con los monarcas de Europa occidental; unos lazos mucho más estrechos que los que mantuvieron con el patriarca. Esto parece indicar que Guillermo de Tiro exagera la dependencia del patriarca que atribuye a los templarios, aunque tal vez lo hiciera para subrayar el contraste existente entre la orden en su fase primitiva (que consideraba humilde y útil para el reino de Jerusalén) y la orden de su época (que consideraba demasiado independiente y un peligro para el reino).

En resumen, en el siglo XII los autores no se ponen de acuerdo en cómo se originó la Orden del Temple. Coinciden en que fue creada con la aprobación de las máximas autoridades religiosas y/o seculares del reino de Jerusalén, y en que su reconocimiento no tardó en llegar: como su aprobación tuvo lugar en 1120, probablemente fuera fundada en 1119. Pero no están de acuerdo en cuál fue su objetivo original: la protección de los peregrinos que visitaban los Santos Lugares de los cristianos o la defensa de los territorios de los nuevos estados cruzados frente a las incursiones musulmanas. La primera función tenía obviamente unos tintes mucho más “religiosos” que la segunda. Si bien la guerra defensiva podía ser una guerra santa justificable (véase Infra), siempre se corría el peligro de que se convirtiera en una guerra de agresión, que no era susceptible de justificación.

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