Cuando la fuerza de la naturaleza se revela, las personas deben unirse y colaborar para continuar viviendo.
Eso es lo que desgraciadamente ha sucedido durante estos dos últimos días en el municipio murciano de Lorca, tras los graves movimientos sísmicos localizados en el sureste español.
Desde la encomienda de Barcelona, no vamos a explicar en esta vuestra humilde Casa, nada que no se haya dicho antes. Nos queda como tantos muchos millares de personas el solidarizarnos con las víctimas del terremoto y homenajear a todas las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, así como también a los voluntarios que todavía siguen trabajando para facilitar la ayuda necesaria que en la medida de lo posible pueda paliar el destrozo provocado por esta desgracia natural.
A las familias afectadas me gustaría decirles que Dios en su empeño de perfeccionar a los hombres, nos pone a prueba para hacernos más fuertes, para que sintamos el deseo de continuar viviendo, de valorar aquello que se nos ha dado. La vida sigue con sus penas y asimismo con sus alegrías; y el intenso dolor con el arrojo y la entereza necesaria, acaba disminuyendo el sufrimiento.
¡Ánimo y fuerza!
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