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viernes, 10 de junio de 2011

Padre Gabriele Amort: una vida consagrada a la lucha contra Satanás.


Desde la encomienda de Barcelona seguimos ofreciéndoos las experiencias del quizá más famoso exorcista de la actualidad: el padre Amorth.

En su libro “Memorie di un esorcista – La mia vita in lotta contro Santana” nos habla con meridiana claridad tanto de brujos, cartománticos y videntes; como si de lo más normal se tratara, para avisándonos del peligro que entrañan algunas prácticas.

Desde Temple Barcelona deseamos que su lectura os sea esclarecedora.

Brujos y poderes

Volviendo a los brujos, decía usted que el 98% no son más que charlatanes. ¿Y qué me dice del dos por ciento restante?

Son poseídos, o personas vinculadas al demonio. Cuando uno está vinculado al demonio, ya pertenece a él y no es necesaria la posesión.

El demonio tiene grandes poderes, incluso puede curar. Y da los bienes que ellos piden: dinero, éxito, placeres. Es decir, una vida depravada, con todos los placeres ilícitos, ¡todos! Estos brujos vinculados al poder diabólico también tienen poderes; así es como captan a las personas y las conducen a Satanás.

He liberado a muchas personas que habían caído en las redes de algún brujo. Les robo víctimas y clientes a los brujos, les impido llevar a cabo su sucio trabajo, de modo que seguro que me tienen inquina. No quiero ni pensar cuánto resentimiento he podido suscitar en estos brujos, ni cuántos maleficios habrán preparado contra mí. Pero nunca me atacan directamente. Además, si uno vive en gracia de Dios y lleva una vida de oración, es difícil que un maleficio arraigue, muy difícil.

Riesgos de la cartomancia

Así pues, no sólo debemos guardarnos de las sectas y los brujos, sino también de los cartománticos.

Sí , porque muchos de ellos tienen conexión con Satanás, han hecho un pacto de amistad con Satanás. No están endemoniados, sólo están conectados con el diablo; adivinan, podríamos decir que funcionan, a través de él. La gente se dirige a ellos, obtiene lo que quiere y sigue yendo. Y lo primero que hace Satanás no es la posesión ni nada parecido; lo que quiere es alejar a la gente de Dios y hacerla caer en el pecado, porque eso significa llevar almas al infierno, impedir que Dios las lleve al cielo. Las personas vinculadas a un cartomántico abandonan la oración; empiezan a alejarse de Dios y toman un camino que las conduce a manos del Maligno.

Quizá la cartomancia sea la forma de superstición más difundida; sin embargo, es difícil hallar casos en los que haya sido tratada directamente. Yo tuve ocasión de hacerlo por una carta que me envió un obispo argentino. Me hablaba de un caso sobre el que le habían pedido que se pronunciara. Teniendo en cuenta lo difundida que está la costumbre de hacerse tirar las cartas, sorprende que los documentos eclesiásticos no aludan casi nunca a la cartomancia.

El caso que el obispo me expuso era el siguiente: en su diócesis, un católico practicante tiraba las cartas para ayudar a los demás, aunque sin ánimo de lucro y sin hacer nada malsano. ¿Era lícita esta práctica? Había enviado una carta con la pregunta, escrita en latín, a la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, pero no le habían contestado.

Yo creo que la Congregación no respondió, porque nunca había tratado este asunto. Yo le di una respuesta, aunque recalqué que sólo poseía un valor personal, basada en una serie de criterios generales que, en mi opinión, sitúan la cartomancia entre las formas de superstición, concretamente entre las formas de adivinación.

Se desconoce el origen exacto de las cartas. No existían en el mundo árabe, ni el judío; tal vez las importaran los cíngaros de la India. Se sabe con certeza que, antes de ser utilizadas como juego, ya se empleaban como instrumento de adivinación.

Se utilizaban (y hoy se sigue haciendo) naipes de juego y también cartas especiales, entre las que destaca el tarot. El objetivo es conocer el futuro, saber cosas ocultas, lo cual constituye un peligro. El fundamento, y de ahí la condena moral, reside en la voluntad de conocer el futuro o lo oculto utilizando un medio inadecuado, al que se atribuye un poder para identificar realidades o sucesos, sin tener en cuenta que las cartas no poseen tal poder. Aunque el cartomántico no invoque al demonio explícita ni implícitamente, aunque no utilice extravagancias mágicas (como velas de colores dispuestas de un modo especial, hierbas, platos con agua en los que se echa aceite, etcétera), lo cierto es que le atribuye a un objeto un poder que no tiene, como si pudiera saber cosas que sólo Dios sabe. Todo ello conlleva una grave culpa moral, indicio de rebelión contra Dios, único Señor de la historia, y de abandono de la fe y la oración a favor de una dependencia psicológica de la lectura de las cartas por parte del cartomántico en cuestión.

Videntes

¿Qué papel pueden llegar a desempeñar los videntes, los médiums?

Conozco a un carismático, el único que me inspira confianza… Muchos de ellos son falsos carismáticos, pero he mandado a muchas personas a ver a éste. Vive en las Marcas, pero también atiende por teléfono. Cuando lo llamas, al principio de la conversación te pregunta el nombre y la edad; luego te cuenta tu historia. Por ejemplo, te dice: “Cuando tenías seis años, tal persona te hizo un maleficio… Este maleficio se repitió cuando tenías veinte años… Y te afectó mucho…”. Todo esto por teléfono, no lo olvide, y aún hay más: “Ponte la mano sobre el riñón derecho, no, un poco más abajo… Presiona ligeramente…”. “¡Aaah!”, exclama el paciente. “¿Te duele?, pregunta el carismático, y la persona siente un dolor tremendo.

Este hombre posee una sensibilidad especial, unos poderes excepcionales, auténticos carismas, por eso me inspira confianza. Como lo llaman de toda Italia, es difícil poder hablar con él por teléfono. Un contestador automático informa sobre sus horarios de visita por la mañana y por la tarde.

Por desgracia, nunca nos hemos visto, pero, al haber hablado tantas veces por teléfono, nos consideramos amigos. Y me manda a todas las personas de Roma que le piden ayuda.

¿Este vidente detecta las presencias maléficas?

Siempre. Las personas que me manda siempre tienen algo, a veces algo muy grave. Y sus diagnósticos siempre son correctos. “Te han hecho maleficios de muerte. Te han hecho maleficios muy fuertes. Tú sientes esto y lo otro…” Y lo dice todo sin ver a la persona, y sin que ésta le cuente nada.

Hay muchos videntes. Por ejemplo, aquí, en Roma, hay uno que, según dicen, tiene un don extraordinario. He tenido algún contacto con él, pero luego no lo he vuelto a llamar…

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