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lunes, 12 de septiembre de 2011

Evangelio dominical: No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.


Desde la encomienda de Barcelona, volvemos a recuperar nuevamente la meditación del evangelio dominical de ayer 11 de septiembre de 2011.

Esta vez Jesús vuelve a explicar a sus discípulos que para poder arribar al Reino no es suficiente con la oración y la súplica a Dios, sino que además es necesario el perdón de corazón; ya que no hay mayor acto de caridad que el perdón al prójimo para encontrarse en paz con uno mismo y con Dios.

Desde Temple Barcelona, deseamos que su lectura os sea provechosa.

“Entonces se adelantó Pedro y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?».

Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo". El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.

Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: "Págame lo que me debes". El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: "Dame un plazo y te pagaré la deuda". Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: "¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?". E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos.” (Mt 18, 21-35)

Reflexión

Señor, nos has enseñado que la venganza por los males de los que hemos sido víctimas está en tus manos.

Tú has tomado sobre ti todo el mal del mundo y has sufrido sus consecuencias hasta la muerte.

Enséñanos, Señor, a perdonar. Que a pesar de nuestro sufrimiento sepamos tender la mano. El mal siempre es mal, pero las personas que lo realizan, muchas veces no saben lo que hacen.

Señor, ayúdanos a limpiarnos de los sentimientos de rencor. Nos dañan y dañan a los demás.

Plegaria

La gracia de este sacramento, Señor, penetre en nuestro cuerpo y nuestro espíritu, para que sea su fuerza, no nuestro sentimiento, quien mueva nuestra vida.

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