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martes, 27 de septiembre de 2011

Las órdenes militares en el este de Europa: IIª parte


Los templarios nunca tuvieron numerosas propiedades en Bohemia y Moravia, donde recibieron muchas más donaciones tanto los hospitalarios como los teutones. Las primeras que se concedieron a los templarios en esas regiones datan de 1230 aproximadamente. Tuvieron una casa en la ciudad de Praga, que fue fundada poco después de 1230, y que disponía de una capilla con una nave circular inspirada en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén. En el sur de Moravia tuvieron una encomienda fortificada en Cejkovice –actualmente un castillo barroco construido alrededor de la muralla y la torre templaria- y un castillo probablemente fuera construido para defender la región de la amenaza de sus peligrosos vecinos. Los templarios no fueron llevados a Bohemia para combatir. Les fueron concedidas tierras en parte como agradecimiento por su piedad y por la defensa que hacían de la Cristiandad en Oriente, pero también para que animaran a los campesinos a colonizar zonas desérticas, convirtiéndolas en tierras productivas.

Igualmente, los templarios no dispusieron de grandes propiedades en Hungría, aunque recibieron donaciones de tierras y casas en ese país al menos desde la década de 1160. El monasterio de San Gregorio de Vrána en Dalmacia (Croacia), que formaba parte del reino de Hungría, fue confirmado como propiedad suya por el papa Alejandro III (1159-1181) en 1169, y en la década siguiente la orden tenía ya tantas propiedades en la región que estableció la “provincia” administrativa de Hungría. El rey Béla III (1172-1196) y sus hijos, Imre I (1196-1204) Y Andrés II (1205-1235), concedieron tierras y privilegios a la orden. Esa generosidad con los templarios tenía su origen en el interés de dichos monarcas por las cruzadas: el propio Andrés participó en la quinta cruzada en 1217. Estos reyes también favorecieron a la Orden del Hospital de San Juan, y Andrés fue un generoso patrocinador de la Orden Teutónica.

Las propiedades de los templarios en Hungría central no se han conservado: podemos confirmar que tuvieron dos casas, una en Keresztény (la actual Egyházasfalu) y otra en Esztergom. Se sabe que dispusieron de más casas en Croacia, donde, además de las ruinas de una fortaleza en Vrána no recibieron mucha atención por parte de los autores de la época. La Historia de los obispos de Salónica y Spalato de Tomás de Spalato (1200-1268) cuenta que en 1203 el rey confió cierta cantidad de plata a los templarios de Vrána. También dice que en 1217 el rey Andrés de Hungría fue a Spalato (la actual Split) y encomendó la defensa del castillo de Kliss a Pons, maestre de la Orden del Temple en el país, porque ninguno de sus nobles estaba preparado para guarnecerlo.

Tomás de Spalato también habla de una acción de los templarios en Croacia en abril de 1241, cuando Hungría sufrió el ataque de los mongoles. Los nobles húngaros, según cuenta ese autor, tardaron demasiado tiempo en prepararse para el combate, y su rey, Béla IV (125-1270), tuvo una actitud negligente. Pero en Sajó, Croacia, el rey Colomán (hermano de Béla), el arzobispo Hungrin y “un tal maestre de los caballeros del Temple” (Jaime de Montreal) pasaron inmediatamente a la acción. […]

[…] Al igual que en Oriente, cabía acusar a los cristianos latinos de haber actuado imprudentemente a la hora de atacar al enemigo. La retirada de los mongoles aquel mismo año no tuvo nada que ver con la resistencia que pudieran oponer los cristianos. No obstante, el desprecio de Tomás de Spalato ante la cobardía de los nobles húngaros y la falta de diligencia del rey Béla en su calidad de general, pone de manifiesto por qué era tan necesario que hubieran actuado. Los que huían del enemigo o no entablaban combate en el campo de batalla a su debido tiempo eran tildados de cobardes y perdían para siempre su reputación como militares; y cuando un guerrero perdía su reputación, más le valía morir. Era preferible intentar algún ataque contra el enemigo, aun sabiendo que iba a ser en vano, que quedarse con los brazos cruzados.

Los mongoles también se lanzaron contra Polonia en abril de 1241. Los templarios de este país enviaron una misiva a su hermanos de Francia solicitando ayuda, y el maestre de la Orden del Temple en Francia, Pons d’Aubon, escribió al rey Luis IX contándole el desastre.

Los mongoles devastaron las posesiones de los templarios en la región, destruyendo dos de sus “mejores torres” y tres aldeas desprotegidas. Los templarios y los hospitalarios de Polonia formaron parte del ejército del duque Enrique II de la Baja Silesia que combatió contra los mongoles en Liegnitz el día 9 de abril de 1241, y sufrieron una grave derrota. El duque murió en el campo de batalla, y la orden perdió a diversos caballeros y hermanos sargentos, además de quinientos hombres que estaban a su servicio. En esas batallas contra los mongoles la orden combatía para defender sus posesiones, no por la causa de la guerra santa. El príncipe esperaba que, en caso de ataque, todos los terratenientes se unieran al él para proteger su territorio (y los de ellos).

Las tierras de los templarios en Alemania oriental y Polonia formaban parte de la provincia de Alemannia y Sclavonia (Alemania y Eslavonia), que fue establecida en la década de 1220. Unos años antes los templarios habían recibido sus primeras tierras en lo que actuamente es Tempelhof, al sur del Berlín moderno y a orillas del río Oder, y sus proximidades. Estas tierras pertenecían a los margraves de Brandeburgo, la familia de los Ascanier, que siguieron apoyando a la Orden del Temple hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIII.

En la década de 1220, el vecino y rival de los Ascanier, Enrique I de Breslau, miembro de la familia de los Piast y duque de la Baja Silesia (muerto en 1238), hizo generosas donaciones a los benedictinos, los cistercienses, los agustinos y los templarios. En 1226 o 1227 concedió a los templarios Klein Oels (en la actualidad Mala Olesnica) cerca de Olava, en la Baja Silesia. En 1225 su vecino y rival Wladyslaw Odonicz de la Gran Polonia había donado a los templarios algunas tierras en sus dominios y en 1232 les concedió Quartschen, la actual Chwarszczany, con mil hufen (parcelas) y la autorización de fundar una ciudad. Allí los templarios erigieron una casa que se convertiría en una importante encomienda. Además, Odonicz les regaló otras grandes extensiones de tierra dentro de la Gran Polonia, y los obispos de las ciudades vecinas de Lebus y Kammin también realizaron generosas donaciones a la Orden del Temple.

En 1290 los templarios recibieron otra gran extensión de tierra árida en la misma región, regalo del duque Przemysl de la Gran Polonia. A ella trasladaron su encomienda de Kron (la actual Walcz), fundada en 1249, y la bautizaron con el nombre de Tempelburg (la actual Czaplinek). Los templarios se dedicaron con entusiasmo a colonizar la zona: en 1933 el historiador alemán Helmut Lüpke calculó que antes de 1312 los templarios ya habían fundado la mitad de las localidades que existen actualmente en esa región.

A la muerte de Enrique I de Breslau en 1238, su hijo Enrique II lo sucedió en la Baja Silesia y confirmó las donaciones realizadas por su padre a los templarios. La Orden del Temple había mantenido siempre una buena amistad con el difunto duque y su esposa Eduviges, que a su muerte fue reconocida santa por la Iglesia católica. En su “Vida” oficial se cuenta que un templario caritativo le prestó ayuda en tiempos de necesidad: la duquesa había llevado un cilicio de crines de caballo anudadas atado a su cintura en contacto con la piel a modo de penitencia, pero cuando éste se rompió por el uso no consiguió encontrar un sustituto. Sin embargo, un templario se presentó en la corte y ofreció a la piadosa mujer un saquito que contenía un nuevo cilicio de crines. El obsequio fue recibido por una dama de la duquesa, doña Ana, que, tras abrir el saquito, reprendió al templario por agasajar a una dama con semejante regalo, pero Eduviges la mandó callar, pues el templario, dijo, estaba cumpliendo la voluntad del Señor, y su acción era del agrado de Dios.

La Orden del Temple recibió también otras propiedades en la región, casi todas ellas situadas en las franjas fronterizas dentro del territorio cristiano (entre Brandenberg, Silesia, Pomerania y la Gran Polonia) y en zonas subdesarrolladas. Ninguno de los donantes esperaba en realidad que los templarios combatieran a los paganos o a sus vecinos cristianos en clara expansión. A la orden se le concedió una presencia territorial y simbólica, no militar. (continuará)

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