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jueves, 1 de diciembre de 2011

El grial de Valencia


Desde la encomienda de Barcelona queremos compartir con todos vosotros un nuevo escrito referido al Grial. Para ello hemos seleccionado un texto del periodista e investigador, Juan Ignacio Cuesta, en su libro “Breve historia de las Cruzadas”, donde de manera sintética nos comenta algunos aspectos referentes a ese misterioso cáliz, donde se cree bebió tanto Jesús como sus discípulos durante la Última Cena.

Desde Temple Barcelona deseamos que su contenido os sea gratificante.

Fotografía de la réplica del Grial en San Juan de la Peña (Huesca).

Al parecer la vasija fue entregada por Sixto II a San Lorenzo para que se la llevara de Tierra Santa porque corría peligro. Ésta la hizo llegar a Huesca en el siglo III. Luego, en el año 713 fue llevada por diversos lugares de los Pirineos, para terminar en el monasterio de San Juan de la Peña hasta el siglo XV. Entre los años 1410 y 1424, fue trasladada a Valencia donde se encuentra actualmente.

Siguiendo las opiniones de Otto Rahn, (historiador alemán que investigó para las SS nazis) que buscó el objeto en las cercanías de Montsegur, y suponiendo la existencia de un grial secreto, los nazis trataron de hallarlo en la abadía de Montserrat. Allí viajó Heinrich Himmler el 23 de octubre de 1940, acompañado de autoridades falangistas, convencido de que el poder de la reliquia les ayudaría a salir victoriosos de la Segunda Guerra Mundial.

Pero regresemos de nuevo a la época de las Cruzadas. En el año 1180, en plena herejía albigense, Wolfram von Eschembach escribió Perlesvaus o Parsifal; en él nos dice que el Grial era una esmeralda que habría estado engastada en la frente de Lucifer. Una piedra cargada de un inmenso poder. La tradición la habría recogida de Kyot, trobador y, según el, Templario.

Curiosamente las tradiciones no se quedan aquí, puesto que el término aparece frecuentemente relacionado con lugares cercanos a Montsegur. Dos ejemplos son, el bosque de Teille, con su refugio del “Grial” y Montreal-de-Sos, en cuyo castillo, en el interior de una gruta, una pintura semeja una copa, una lanza y dos cuadros con gotas de sangre y pequeñas cruces (¿la Lanza del Destino?).

Ya sabemos que según los textos sagrados el soldado romano Longinos traspasó el costado de Cristo con una lanza, conocida coma la “Lanza del Destino”, de las cuáles varias aspiran a ser auténticas basándose en distintos testimonios. Son, la del Vaticano, la de Etshmiadzin (Armenia), la de Viena (de la que se apoderó Hitler) y la de Cracovia que parece ser una copia de esta última.

Su historia empieza en tiempos de Otón I (912-973), cuando entregó a Bolesao I el Bravo una réplica.

Posteriormente Enrique IV, en 1084 la adosó una banda de oro en la que se grabó Clavus Domini, que podría ser la que perteneció a Constantino y que tenía en su interior uno de los clavos de la Crucifixión.

Se le añadió una banda de oro en el año 1350, a la que se añadió una palabra, y quedó así: Lancea et Clavus Domini.

En el año 1424 formaba parte de la colección de reliquias del Emperador Segismundo del Sacro Imperio Romano Germánico que llevó a Nüremberg, para formar parte de la colección Reichskeleinodien.

Allí estaba cuando llegaron los revolucionarios franceses en el año 1796, lo que aconsejó llevarla a Viena bajo la custodia del barón Von Hügel, en cuyo poder quedó tras la disolución del Sacro Imperio en 1806. Fue vendida a la familia Habsburgo y pasó a la Tesorería Imperial vienesa con el nombre de Lanza de San Mauricio.

Tras la anexión de Austria a Alemania, la Anschluss, es cuando Hitler se hizo con ella. Terminada la guerra, el general Patton la devolvió a los vieneses.

Desde 2003 está expuesta en el Schatzkammer o Tesoro Imperial, una colección que se encuentra en el Palacio Imperial de Hofburg, como parte del Museo de Historia del Arte de Viena.

Finalizaremos con un medievalista italiano que cree haber encontrado una pista que indica que el único y verdadero Grial es el de Valencia, Alfredo Barbagallo.

Es un voluminoso trabajo en el que ha empleado tres años, consultando documentación arqueológica y bibliográfica abundante, defiende que el cáliz en el que se transformó la sangre de Jesucristo en vino (instaurando así el sacramento de la Eucaristía), junto a otros objetos habrían estado en la tumba de San Lorenzo en Roma. Fue el papa Palagio II quien los encontró a finales del siglo VI, hecho que cuenta San Gregorio Magno a la emperatriz Constantina, quien las regaló a Recaredo, hijo de Leovigildo y primer rey visigodo que se convirtió al catolicismo.

Acompañaban al Grial valenciano, tallado en una pieza de ágata, un vaso de vidrio realizado con técnicas propias del siglo I, lo que probaría que, al menos fue realizado en la época en la que se celebró la Última Cena.

El aspecto actual de la copa se debe a los añadidos que se han ido realizando en sucesivas etapas tras su llegada a la península Ibérica, con la incorporación del pie y la peana que hoy conocemos.

No sólo existe este, también hay otros, uno en la catedral de Génova que aspira a ser el auténtico, llamado la Sacra Catina, conseguido durante la Primera Cruzada.

Hay que añadir el Cáliz de Antioquía, hoy en el Metropolitan Museum de Nueva York. El Vaso de Nanteos de Gastonbury, el que dio pie a la leyenda del rey Arturo. El Caldero de Gundestrup, custodiado en Dinamarca y fechado en los primeros tiempos del cristianismo. El de Ardag, aparecido en Irlanda; la Copa de Hawstone Park, que está en Inglaterra, y habría procedido del saqueo de Roma por parte de las tropas de Alarico.

Sin que demuestre nada, hay que recordar que en las visitas que hicieron a España los dos últimos papas celebraron la Eucaristía con el Grial valenciano, que, como ya hemos visto podría ser el auténtico.

Pero no debemos olvidar que al referirnos al Santo Grial no sólo hablamos de una copa. La ambigüedad del concepto permite la coexistencia de varios griales, uno físico, otro especulativo y otro que sería de naturaleza exclusivamente espiritual, un símbolo de perfección más que ninguna otra cosa, que sería el de las leyendas artúricas.

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