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lunes, 19 de diciembre de 2011

Evangelio dominical: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo.


Desde la encomienda de Barcelona volvemos a compartir con todos vosotros un nuevo evangelio dominical, el de ayer 18 de diciembre, cuarto domingo de Adviento. Sólo queda una semana para que conmemoremos un año más, la llegada del Hijo a la tierra. Un mundo esperanzado a que Él pueda ayudarnos a entender mejor el misterio del Padre.

Desde Temple Barcelona deseamos que su lectura os esperance en Su retorno.

En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin». María dijo al ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?».

El ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios». María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho».Y el ángel se alejó. (Lc 1, 26-38)

Reflexión:

A Nuestra Bienaventurada la Virgen María, el Señor le encomendó una grata misión, concebir a Su Hijo. Para tal gracia, le fue enviado un mensajero del Cielo, Gabriel, quien la ayudó a comprender la noticia de Dios.

De igual forma, Nuestro Señor tiene para cada uno de sus hijos una misión en la tierra. Debemos intentar comprender cuál es y una manera de hacerlo es encomendarnos a Él para que ilumine nuestro camino.

Plegaria:

Señor, la fe y la esperanza se reducen a ver en un niño recién nacido al Dios con nosotros. Puede parecer absurdo pero es preciso empezar de cero cuando las cosas van mal. Ayúdanos Señor a volver a empezar.

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