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miércoles, 18 de enero de 2012

Los símbolos templarios


Desde la encomienda de Barcelona proseguimos nuevamente a compartir con todos vosotros los conocimientos del catedrático de historia, Alain Demurger, que hemos extraído de su libro “Vie et mort de l’ordre du Temple”.

En esta ocasión nos habla sobre el simbolismo que utilizaron los templarios en su vestimenta para poder diferenciarse del resto de monjes de otras órdenes.

Desde Temple Barcelona, deseamos que su lectura os sea gratificante.

La “blanca clámide” de los templarios impresionó a sus contemporáneos. Toda regla monástica describe con precisión el hábito de los monjes. La regla del Temple no es una excepción. La misión particular de los hermanos impone un tipo de ropa adaptada al clima y a la vida en los campamentos. Muy pronto, las damas piadosas de Tolosa donaron camisas y calzas que ellas mismas habían confeccionado. Abundan los detalles sobre las armas y las piezas del uniforme militar: cotas de malla, lórigas, cascos…

Pero todo esto se borra ante la capa, cargada de sentido simbólico. La capa de las órdenes militares corresponde al hábito cluniacense o cisterciense. La entrada en la orden se traduce simbólicamente por la entrega de la capa. Tras el intercambio de promesas, “el que dirige el capítulo debe tomar la capa y ponerla al cuello y atarla…” (art. 678).

Al principio, como nos han dicho Guillermo de Tiro y Jacobo de Vitry, los templarios usaron sus ropas seculares. La regla, una vez revisada, distingue entre el hábito y la capa blanca, cuyo uso está reservado a los hermanos caballeros, y la capa de sayal, negra o parda, que llevan los demás. Los abusos habían conducido a esta distinción. Es probable, por ejemplo, que personas que no tenían nada que ver con la orden se sirviesen de la capa blanca para conseguir fondos con engaño. Los colores son los mismos del Cister: blanco para los monjes, negro para los conversos.

El artículo 17 de la regla precisa el sentido de esos colores, un sentido muy simple: “Que aquellos que hayan abandonado la vida tenebrosa reconozcan mediante le hábito blanco que se han reconciliado con su Creador: significa blancura y santidad del cuerpo…Es castidad, sin la cual no se puede ver a Dios”. Símbolo de la castidad de su blancura, la capa lo es también de la pobreza por el material de que está hecho, paño crudo, sin tinte y sin aprestos.

Ni la versión francesa ni la versión latina de la regla hacen alusión a la cruz. Ésta, colocada sobre el hombro izquierdo, por encima del corazón no figura sobre la capa antes de 1147. El 24 de abril de ese año, el papa Eugenio III, presente en Francia en el momento en que partía la segunda cruzada, asistió al capítulo de la orden, celebrado en París. Concedió a los templarios el derecho a llevar permanentemente la cruz; cruz sencilla, pero ancorada o paté, que simboliza el martirio de Cristo, pero también símbolo de vida. Sabemos que el voto de cruzada se acompaña de la toma de la cruz. Llevarla permanentemente simboliza, pues, la permanencia del voto de cruzada de los templarios.

El cronista Ernoul, que escribe en el siglo XIII, asigna al porte de la cruz un origen producto de su fantasía. Según él, templarios y hospitalarios tomaron una parte de “la enseña del hábito del Sepulcro”, la cruz roja, en recuerdo de los lazos, rotos después, que les unieron con el capítulo del Santo Sepulcro. De todos modos, todas las órdenes militares acabaron por adoptar la capa y la cruz: cruz blanca sobre capa negra para los hospitalarios; cruz verde sobre capa blanca para la orden de San Lázaro, reservada a los caballeros leprosos; cruz negra sobre capa blanca para los teutónicos. Los templarios acogieron mal esa capa blanca de los teutónicos y no se privaron de hacerlo saber.

A finales del siglo XIII, si no antes, se produjo un cierto relajamiento. Había templarios y hospitalarios que se vestían de “civil” cuando se hallaban en París. Una ordenanza real, aprobada por el Parlamento de 1290, les amenazaba: los templarios y hospitalarios que no lleven su hábito no disfrutarán de los privilegios concedidos a sus órdenes.

Otro símbolo: el sello. O los sellos, porque, además del que representaba la autoridad de la orden, existía también el sello del maestre en Jerusalén, la cúpula dorada del templo del Señor que figura también en el sello del reinado de Jerusalén, con la cúpula del Santo Sepulcro, abierta para dejar pasar el fuego de Pentecostés. Ambos encuadran la Torre de David.

La otra cara del sello de los templarios ha suscitado en mayor grado la curiosidad de los historiadores. Representa a dos caballeros montando el mismo caballo, acompañados de la leyenda siguiente: “sello de los caballeros de Cristo”. Se le han dado interpretaciones diversas. Prestando fe a los cronistas ingleses, se ha pretendido ver en ella el símbolo de la pobreza primitiva de la orden. “Este año comenzó la orden de los templarios, que eran tan pobres al principio que dos hermanos cabalgaban un solo caballo, lo que está hoy esculpido en el sello de los templarios para exhortar a la humanidad.” La explicación es inverosímil. Los primeros caballeros eran “pobres”, no cabe duda, pero eran todos caballeros. La regla indicaba que cada uno podía tener dos caballos.

Por consiguiente, se ha buscado otra razón. El sello simboliza la unión y la entrega. Aunque ciertos historiadores hayan querido ver en los dos caballeros a los dos fundadores de la orden, Hugo de Payns y Godofredo de Saint-Omer, hay que retener el simbolismo del buen entendimiento, la armonía y la disciplina que deben reinar en la orden. Algunos artículos de la regla aclaran este simbolismo, en particular el artículo “Sobre las escudillas y los vasos”: “en lo que respecta a la disposición de las escudillas, que los hermanos coman de dos en dos, a fin de que el uno se provea con lo del otro, para que aprecien la vida en la abstinencia y en el hecho de comer en común” (artículo 25). No significa forzosamente que los templarios comiesen dos en la misma escudilla, como se ha repetido con demasiada frecuencia, aunque la práctica era frecuentemente en la Edad Media.

Se recomendaba también partir el pan juntos. La regla se dirige a cenobitas, y no a ermitaños. Insiste sobre la vida en común. El sello la simboliza a su vez.

Asimismo cargado de sentido, el pendón de los templarios recibe el nombre de baussant o bauceant, lo que significa semipartido. Por ejemplo, en francés se llama baussant a un caballo cuando tiene dos colores. Dado que se trata de un adjetivo, la palabra francesa baussant nunca se emplea sola. El pendón del Temple es baussant porque es negro y blanco, lo mismo que las capas de los templarios son blancas o negras, según la clase de hermanos. El blanco significa pureza y castidad; el negro, fuerza y valor. A menos que sigamos a Jacobo de Vitry: “Son francos y acogedores para sus amigos, negros y terribles para sus enemigos”.

El caballero que lo llevaba en el combate tenía una gran responsabilidad, compartida por de cinco a diez caballeros, que debían rodearle sin cesar. El pendón debía alzarse siempre hacia el cielo, bien alto. Bajarlo, incluso para servirse del asta como una lanza durante la carga, se castigaba con los hierros y, sobre todo, con la pérdida del hábito, de la capa, una de las sanciones más graves en todas las órdenes militares (artículo 241). El hermano caballero regresaba su capa y se revestía con un hábito sin cruz. Estaba obligado a comer en el suelo y a ocuparse de trabajos infamantes. La duración máxima de esta verdadera degradación militar se limitaba a un año y un día.

Los templarios inventaron el uniforme y el apego a la bandera. Llevaban el pelo corto y usaban barba. Los pocos templarios que escaparon a la detención el 13 de octubre de 1307 se apresuraron a afeitársela.

Cosa muy natural, tanto el sello como el pendón ha provocado elucubraciones extravagantes, que se acumulan en la dudosa bibliografía templaria. Por ejemplo, el incitador artículo titulado “Bajo el signo de Baussant” esconde una serie de consideraciones confusas, que recubren las rivalidades internas y externas (hay los blancos y los negros) de una asociación de defensa y animación de una pequeña localidad del Vaucluse que hubiera podido llamarse Clochemerle…

1 comentario:

  1. Mucho se dice de Los Templarios, algunas veces extremas. Pero guardo un profundo respeto y admiración por esta Orden. Gracias por esta publicación que me permite conocer mas acerca del Temple.
    Ronel - peruano

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