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martes, 24 de enero de 2012

Templarios en las tierras del Ebro


Desde la encomienda de Barcelona retomamos el apartado destinado a conocer los lugares del Reino de Aragón, donde estuvieron conviviendo los templarios.

Para ello hemos seleccionado un nuevo texto de nuestro buen amigo, el investigador y escritor D. Jesús Ávila Granados de su libro “Templarios en las tierras del Ebro”, donde nos habla de lugares y rutas para disfrutar de un distraído y placentero recorrido por el tiempo.

Desde Temple Barcelona estamos seguros que disfrutaréis de su lectura.

Fotografía de la Torre de Campredó.

Campredó (Baix Ebre, Tarragona)

Campredó, pueblo que pertenece al municipio de Tortosa, fue testimonio del paso y del asentamiento de numerosas culturas a lo largo de los tiempos, gracias a su singular emplazamiento sobre la ribera izquierda del Ebro, a medio camino entre Tortosa, Amposta, el litoral mediterráneo y los Puertos de Beseit; por eso su historia se pierde en la nebulosa del tiempo. Por sus fértiles tierras trascurre la Vía Augusta. Pero no fue hasta la conquista cristiana de la vecina ciudad de Tortosa, en el año 1148, cuando Campredó inició su desarrollo como un núcleo influyente de la comarca. Precisamente en aquel duro y prolongado sitio a la capital del Baix Ebre, ejerció un destacado papel el río, porque a contra corriente, los barcos cristianos –muchos de los cuales llegaban desde tierras italianas (de Génova)- fueron a sitiar la poderosa fortaleza de la Suda tortosina; embarcaciones que fijaron su plataforma de soporte en el Port Rodó de Campredó.

Después de la batalla, el conde Ramón Berenguer IV no dudó en dividir en tres partidas, o heredados, el territorio conquistado, y concedió a la Orden del Temple la zona llamada de la Pedrera; las otras dos posesiones –Rocacorba y Campredó- fueron adjudicadas a la casa de los Montcada, señores de la ciudad de Tortosa.

Y fue aquí, en este privilegiado enclave de Campredó, donde los templarios se hicieron fuertes al mismo tiempo que potenciaron los recursos naturales y agrícolas de la zona, que comercializaban a través de las vías terrestres y fluviales. Y más todavía, durante el siglo XIII, y a consecuencia del progresivo avance del Delta, la acumulación de barro en el fondo del río obligaron a las embarcaciones de mayor calado a amarrar en Port Rodó, aumentando considerablemente la logística comercial de los templarios, cuando los caballeros, desde las torres de vigilancia, controlaban exclusivamente todo el tráfico que llegaba para abastecer a la ciudad de Tortosa.

Campredó conserva actualmente algunas construcciones relacionadas con la Orden del Temple. Entre estos edificios, hemos de citar la Torre de Campredó (torreón militar amparada por la Declaración genérica del Decreto de Protección de fecha 22 de abril de 1949, y la posterior Ley 16/1985, sobre el Patrimonio Histórico español), que, con los vecinos de la Carrova y de Sant Onofre, garantizaban la tranquilidad de los habitantes de la zona; la Lonja era el edificio donde se comercializaban los productos que llegaban con barco a Campredó, que se corresponde con el mas de la Misa, edificio que fue concebido en principio para funciones religiosas, el cual, aunque bastante modificado, exhibe una fachada que recuerda los templos romanos. A pocos metros, se encuentra la fuente del Quinto; la ermita de la Petra, y la ermita de la Ardiaca; hasta esta última llegaban los parroquianos para rezar a la Madre de Dios de la Aldea, imagen negra que apareció sobre un milenario olivo de la variedad fragua.

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