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lunes, 12 de marzo de 2012

Evangelio dominical: "Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar"


Desde la encomienda de Barcelona volvemos a compartir con todos vosotros la meditación del evangelio del Día del Señor de ayer 11 de marzo.

Como pudimos ver en la noticia publicada el pasado viernes 9 de marzo en nuestro apartado dedicado a conocer a la figura de Jesús de Nazaret, pudimos observar desde el prisma del teólogo J.R. Porter cómo éste tenía en cuenta las diferencias del evangelio de Juan con respecto a los sinópticos sobre el acontecimiento que tuvo lugar en el Templo, cuando Jesús se revela contra los mercaderes que en el lugar santo, acudían a hacer negocios.

Pues bien, ahora tenemos la oportunidad de reflexionar sobre los versículos de este hecho que a continuación os reproducimos.

Desde Temple Barcelona os aconsejamos su lectura y posterior meditación.

Escena de Jesús “limpiando” el Templo.

Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén
y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas.
Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas
y dijo a los vendedores de palomas: "Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio".
Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá.
Entonces los judíos le preguntaron: "¿Qué signo nos das para obrar así?".
Jesús les respondió: "Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar".
Los judíos le dijeron: "Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?".
Pero él se refería al templo de su cuerpo.
Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.
Mientras estaba en Jerusalén, durante la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su Nombre al ver los signos que realizaba.
Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos
y no necesitaba que lo informaran acerca de nadie: él sabía lo que hay en el interior del hombre. (Jn 2, 13-25)

Reflexión:

El evangelista Juan, nos descubre el poder de Jesús al predecir su propio destino. Sus enseñanzas, a veces se escapan a la comprensión humana, porque sólo deja entrever algunos hechos, que acabarán cumpliéndose tras su Pasión y posterior Resurrección. Jesús nos enseña a respetar y honrar la casa de Dios (el Templo) como lugar de culto y no de negocio. Hay que dejar tras las puertas del Templo lo mundano, para sentir la presencia del Padre.

Plegaria:

¡Señor! Ayúdanos a no priorizar los asuntos cotidianos por encima de los espirituales. Enséñanos a ser rectos con nuestras labores y no nos permitas caer en la tentación de creer que cualquier tipo de trabajo que desarrollemos, es digno de ser llevado a cabo. Ilumínanos para que encontremos tiempo para servir a los que más lo necesitan.

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