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viernes, 27 de abril de 2012

Benedicto XVI: demasiadas ocupaciones “endurecen el corazón del hombre”.



Desde la encomienda de Barcelona hemos querido compartir con todos vosotros una noticia que ha sido publicada en la página de Forum Libertas donde recoge unas palabras del Santo Padre que aluden al exceso de productividad que se nos exige a las personas en el mundo laboral.

Y es que la percepción del miedo ante la crisis que se nos induce desde los medios de comunicación y las empresas para que trabajemos más, haciendo que las empresas sean más rentables y que de esa forma éstas no tengan que cerrar, se ha convertido en un modus vivendi.

Por ello desde Temple Barcelona llamamos a la calma y que nadie tenga miedo de que una puerta pueda cerrarse, puesto que seguro que hay otras que acabarán abriéndose.

Forum Libertas:

Si la oración y la Palabra de Dios no alimentan nuestra vida espiritual, corremos el riesgo de que los mil trabajos y preocupaciones de la vida cotidiana nos sofoquen; rezar nos hace ver la realidad con ojos nuevos, y nos ayuda a encontrar el camino en medio de las adversidades. Así lo ha afirmado Benedicto XVI en la catequesis de la audiencia general de este miércoles, 25 de abril, pronunciada ante más de 20.000 fieles reunidos en la plaza de San Pedro.

El pontífice afirmó que demasiadas ocupaciones y una vida frenética “endurecen el corazón de los hombres y hacen sufrir al espíritu” y que la vida no puede valorarse con los únicos criterios de la productividad y la eficiencia. En ese contexto el obispo de Roma destacó la importancia de la plegaria en la vida del hombre y señaló que sin la misma nuestra vida se vacía y quedamos insatisfechos.

“Las demasiadas ocupaciones, una vida frenética, acaban muchas veces por endurecer el corazón y hacer sufrir al espíritu, decía san Bernardo. Son palabras muy importantes para el hombre de hoy, acostumbrado a evaluar todo con el criterio de la productividad y la eficiencia”, afirmó Benedicto XVI.

Benedicto XVI añadió que el libro de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ recuerda la importancia del trabajo en la vida diaria, pero precisa que se debe desarrollar con responsabilidad y dedicación y sin olvidad la necesidad que tenemos de Dios.

Sin la plegaria diaria vivida con fidelidad, nuestro menester se vacía, pierde el alma profunda, se reduce a una simple actividad que a larga nos deja insatisfechos”, destacó el Papa, que resaltó la antigua tradición cristiana de rezar antes de cada actividad.

Cuando la oración se alimenta con la Palabra de Dios, “se ve la realidad con ojos nuevos, con los ojos de la fe, y el Señor, que habla a la mente y al corazón, da nueva luz al camino en cualquier situación. Nosotros creemos en la fuerza de la Palabra de Dios y de la oración. (…) Si los pulmones de la oración y de la Palabra de Dios no alimentan la respiración de nuestra vida espiritual, nos arriesgamos a ahogarnos en medio de las mil cosas de todos los días. La oración es la respiración del alma y de la vida”.

Las divisiones de la Iglesia

La Iglesia -ha dicho el pontífice-, desde el inicio de su camino, se ha encontrado con situaciones imprevistas que ha tenido que afrontar, nuevas cuestiones y emergencias a las que ha tratado de dar respuesta a la luz de la fe, dejándose guiar por el Espíritu Santo”.

Esto se manifestó ya en tiempos de los Apóstoles. El evangelista San Lucas narra en los Hechos “un problema serio que la primera comunidad cristiana de Jerusalén tuvo que resolver (…) sobre la pastoral de la caridad hacia las personas solas y necesitadas”, cuestión difícil que podía provocar divisiones dentro de la Iglesia. “En este momento de emergencia pastoral, destaca la distinción realizada por los Apóstoles. Ellos se encuentran ante la exigencia primaria de anunciar la Palabra de Dios según el mandato del Señor, pero consideran con la misma seriedad el deber de (…) proveer con amor a las situaciones de necesidad en las que encuentran los hermanos y las hermanas, para responder al mandamiento de Jesús: amaos los unos a los otros como yo os he amado”.

La decisión que toman es clara: no es justo que abandonen la oración y la predicación, por lo que “son elegidos siete hombres de buena reputación, los Apóstoles rezan para pedir la fuerza del Espíritu Santo, y luego les imponen las manos para que se dediquen de forma especial al servicio de la caridad”. Esta decisión, explicó el Papa, “muestra la prioridad que debemos dar a Dios, a la relación con Él en la oración, tanto personal como comunitaria. Sin la capacidad de pararnos a escuchar al Señor, a dialogar con Él, se corre el riesgo de agitarse y preocuparse inútilmente por los problemas y las dificultades, incluidas las eclesiales y pastorales”, ha añadido.

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