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miércoles, 27 de junio de 2012

Conociendo a Jesucristo: Maestro, Rabbi, Señor




Desde la encomienda de Barcelona, seguimos con el apartado destinado a conocer mejor a la figura de Jesús de Nazaret, para los fieles cristianos, Nuestro Señor Jesucristo. Pero, ¿el término Señor, al referirnos a Jesús, es correcto? Esta vez el teólogo J.R. Porter en su obra “Jesus Christ” nos profundiza, aún más si cabe, en algunos términos que fueron utilizados en los evangelios procedentes de las lenguas aramea y griega y su correspondencia a los conceptos que la Iglesia (desde sus orígenes, o lo que es lo mismo “Primitiva”) interpretó y aceptó como correctos.

Desde Temple Barcelona estamos seguros que su lectura no os dejará indiferentes.

Recreación de “la pesca milagrosa”. En el evangelio de Juan, capítulo 21, versículo 7, los discípulos declaran “Es el Señor”, en reconocimiento al poder milagroso de Jesús.

En varias ocasiones, en los evangelios se menciona a Jesús con el término hebreo de rabbi o su equivalente en arameo rabbouni (Mt 26, 25; 26, 49; Mc 9, 5; 10, 51; 11, 21; 14, 45; Jn 1, 38; 1, 49; 3, 2; 4, 31; 6, 25; 9, 2; 11, 8; 20, 16). La aparición de estas palabras no griegas en los evangelios sugiere que representan una verdadera tradición de fe preservada por los evangelistas. Literalmente rabbi/rabbouni significa “mi maestro” y en tiempos de Jesús se trataba de un apelativo de respeto a una persona con autoridad, y también se empleaba para referirse al Bautista (Jn 3, 26). El Cuarto Evangelio traduce explícitamente los términos rabbi y rabbouni como “maestro” (Jn 1, 38; 20, 16), y cuando Jesús se menciona como “maestro” (griego didaskale, epistata) en otros pasajes de los evangelios, probablemente representa uno de estos dos términos semíticos.

Al igual que otros maestros, Jesús enseñaba en las sinagogas, donde exponía puntos polémicos de la ley judía y reunía a su alrededor un grupo de estudiantes –éste es el verdadero significado de la palabra “discípulo” (del latín discipulus, en griego mathetes, “pupilo”)-. Con frecuencia, los entendidos han afirmado que por ende Jesús debería haber sido un “escriba”, un intérprete de las Escrituras de gran formación y muy respetado, y han visto evidencias de ello en el hecho de que sus seguidores y otros se dirigieran a él como rabbi. De forma similar, algunos intentos de considerar a Jesús como un fariseo disidente se han apoyado en el hecho de que se le llamara de esta manera.

No obstante, en tiempos de Jesús, el término rabbi todavía no había adquirido el sentido que más adelante poseería de un maestro religioso o escriba formado en la tradición farisea. Los grandes maestros fariseos contemporáneos o cercanos a la época de Jesús –Hillel, Shammai y otros- no fueron nunca llamados rabbi. Asimismo, existen muchas razones para creer la afirmación de los evangelios de que los métodos didácticos de Jesús eran, de hecho, muy diferentes a los de los fariseos. Para empezar, no existen evidencias de que recibiera formación como escriba (Mt 7, 29; Mc 1, 22). Los propios escribas cuestionaron el estatus de Jesús como maestro reconocido (Mc 11, 27-28 y paralelos) y consideraban que sus enseñanzas denotaban una falta de instrucción formal (Jn 7, 15).

Mientras que el término rabbi pasó a referirse con mayor frecuencia a los eruditos y maestros religiosos, en tiempos de Jesús tenía una aplicación más amplia y podía también aludir a Jesús, por ejemplo, como gran hacedor de milagros (Mc 10, 51; pero nótese NVER: “mi maestro”). Parece ser que Jesús estaba contento de ser llamado rabbi, y que considerara la autoridad que comportaba como aplicada a él en un único sentido. Sus seguidores “no podían ser llamados “rabbi” porque sólo existe un maestro, el Mesías, y ellos no eran más que sus alumnos (Mt 23, 8-10).

Jesús el “Señor”

De acuerdo con los evangelios, a Jesús se le llamaba habitualmente “señor” (griego kurios, traducido también kyrios). Existe una considerable controversia sobre esta palabra, especialmente en lo referente a su uso en los Hechos de los Apóstoles y en las epístolas de Pablo. Influenciados por el hecho de que el título “Señor” indicaba el carácter divino de Jesús, muchos entendidos concluyeron que la aparición del término en los evangelios debía atribuirse a la Iglesia primitiva. Según esta teoría, el título deriva de la época posterior a Jesús: él nunca se refirió a sí mismo como “señor” o se dirigieron a él como tal los discípulos.

Sin embargo, en tiempos de Jesús, kurios o el término arameo correspondiente mar –la frase maranatha (“ven, señor”; 1 Cor 16, 22) era, probablemente, una invocación habitual en los primeros tiempos de la Iglesia- tenían una amplio abanico de aplicaciones. Al igual que rabbi o rabbouni, básicamente se referían a una figura masculina con autoridad. Kurios era un título común para Dios, pero también podía usarse para referirse al cabeza de familia (Mt 21, 30), el amo de una gran propiedad (Mt 13, 27) o un gobernante (Mt 27, 63). La forma vocativa kurie, utilizada como una invocación directa (como en el caso de otras invocaciones cristianas, kyrie eleison, “señor, gracias”), podía ser una manera educada de dirigirse a un hombre, y con frecuencia se traduce como “señor” (Jn 4, 11; 5, 7).

En las historias sobre milagros, los discípulos de Jesús se refieren al él como “Señor”, como expresión de reconocimiento de su poder sobrenatural (Mt 8, 25; 14, 28; Lc 5, 8; Jn 21, 7). En los evangelios, Jesús sólo habla una vez de sí mismo como “señor” (Jn 13, 13), pero no existen evidencias de que invitara a los otros a hacerlo así, y otros pasajes sugieren que la idea de su “señorío” podría haber formado parte de sus propia autocomprensión. Al igual que rabbi y rabbouni, tanto kurios como mar pueden tener el sentido de “maestro con autoridad” (Lc 12, 42; 18, 6; Jn 6, 68) y Jesús reprendía a aquellos que lo llamaban “señor” pero que no estaban preparados para obedecer sus enseñanzas (Mt 7, 21-23; Lc 6, 46).

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