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martes, 26 de junio de 2012

¿Fue el Temple heredero del reino de Aragón?




Desde la encomienda de Barcelona queremos compartir con todos vosotros un nuevo capítulo destinado a conocer un poco más sobre los aspectos sociales y económicos de los templarios.

Para ello hemos recogido un capítulo del libro “Vie et mort de l’ordre du Temple”, donde su autor, Alain Demurger, nos explica detalles importantes sobre la posible legítima herencia del reino de Aragón a la Orden del Temple.

Desde Temple Barcelona, os proponemos su lectura.

“Doy también y cedo a la misma milicia, con el asentimiento de mi hijo Ramón, y con la aprobación de mis barones, en manos del mismo Hugo, el castillo fortificado llamado Grayana (o más frecuentemente Grañana), situado en mi marca, en contacto con los sarracenos, con los caballeros que sostienen para mí ese castillo y con las poblaciones que lo habitan…”

Esta carta del conde de Barcelona Ramón Berenguer III está fechada el 14 de julio de 1130, el conde anuncia también en ella su voluntad de hacer don de su persona al temple y, en efecto, al año siguiente fallece en la casa de los templarios de Barcelona. Tan importante donación, de la que el Temple no se hizo cargo de inmediato, suscitó otras. Entre 1128 y 1136, se cuentan treinta y seis en España (y seis en Portugal).

Pero hay que detenerse sobre todo en el espectacular testamento del rey de Aragón y de Navarra Alfonso I el Batallador. En 1131, hace su testamento de Bayona, dejando su reino a las tres órdenes internacionales de Tierra Santa: el Temple, el Hospital y el Santo Sepulcro. Tres años más tarde, poco antes de su muerte confirma el legado. Cierto que Alfonso I no tenía herederos. Pero la donación parece incomprensible. A los historiadores les ha costado siempre trabajo explicarla. Se ha visto en ella la prueba de la popularidad extraordinaria de las órdenes nacidas de la cruzada. O bien, el deseo del Batallador de confiar en buenas manos la tarea de la Reconquista contra los musulmanes españoles y de comprometer en ella a las órdenes de Palestina, aunque fuese contra la voluntad de éstas. Más a menudo, sin embargo, se ha considerado este acta extraña como una prueba de una carencia absoluta de sentido político por parte de Alfonso I, a no ser que se tratase del síntoma de su excesiva inclinación a la utopía. Y los historiadores alaban la prudencia de las órdenes militares que rechazaron el envenenado regalo.

De hecho, tal vez constituyese una maniobra de una extrema sutileza. Quizás Alfonso quiso utilizar las órdenes como peones en la búsqueda de una solución satisfactoria para la sucesión de Aragón. No tenía la menor intención de que se ejecutase el testamento. Así lo piensa Elena Lourie. Veamos cómo justifica su idea.

Aunque sin hijos, ya que sin duda es estéril, Alfonso I tienen una hermano, Ramiro. Monje, abad y obispo electo, Ramiro todavía no ha sido ordenado sacerdote. Claro que se pueden pedir al papa las dispensas necesarias para “laicizar” a Ramiro, pero cabe dudar de que las conceda. En efecto, el reino de Aragón es vasallo de la Santa Sede, y el papa, al comprobar la falta de herederos, acaso aproveche la ocasión para designar un rey de su elección, a lo cual tiene derecho en tanto que señor. Su elección recaerá seguramente sobre el rey de Castilla y León, Alfonso VII, que, para colmo, tiene miras hegemónicas sobre el conjunto de la España cristiana (por el momento). Pero da la casualidad de que los aragoneses no le quieren. Y su rey tampoco. Gracias a su sorprendente testamento, Alfonso I neutraliza al papa y le impide forzar la candidatura del rey de Castilla. La toma de posesión del reino de Aragón por tres órdenes organizaría un rompecabezas tal que daría tiempo a Ramiro para salir de su convento –con dispensa o sin ella-, casarse y tener un heredero. Los aragoneses le reconocerían con entusiasmo, y el papa se vería obligado a aceptarle. Y así fue como sucedieron las cosas, en efecto. Por lo tanto, se trata de un razonamiento esclarecedor, que no contradice, sin embargo, una de las razones invocadas tradicionalmente para explicar el testamento: la voluntad del rey de Aragón de implicar más al Temple en la Reconquista. Al Temple únicamente, porque, como señala Elena Lourie, el texto del testamento está claro. Ni el Santo Sepulcro ni el Hospital se consideran como órdenes militares. Ahora bien, el Temple no parece muy dispuesto a comprometerse a fondo en la Reconquista española. Vacila, como hemos dicho, en tomar posesión del castillo fronterizo de Grañana, del que se le ha hecho donación “para la defensa de la cristiandad conforme a la finalidad para la que ha sido fundada la orden”. El Temple vacila. Defensa de la cristiandad, desde luego, pero en Tierra Santa…

Maniobra sutil o no, el testamento fue letra muerta. Ramiro se convirtió en rey y, más tarde, en 1137, organizó la unión de Aragón y Cataluña en manos del conde Ramón Berenguer IV. Eso no impide que el testamento fuese un hecho real y que las órdenes beneficiarias pudieran sentirse tentadas a conseguir que se aplicase. De hecho, conscientes de que la carga resultaba demasiado pesada para ellas, se contentaron con sacar partido de su renuncia. El maestre del Hospital dirigió las negociaciones en nombre de las tres órdenes. Dichas negociaciones desembocaron en la carta de 1143, que prevé expresamente la participación de las órdenes del Temple y del Hospital en la Reconquista:

“Para la defensa de la Iglesia de Occidente que está en España, para la derrota futura y la expulsión de la raza de los moros […], he decidido que se creará una milicia a imitación de la milicia del Templo de Salomón que defiende la Iglesia oriental, sujeta al Temple y siguiendo la regla de esta milicia y su costumbres.”

Así se expresa el rey. A cambio de esta participación, concede privilegios importantes: la quinta parte de todas las tierras conquistadas con el concurso de las órdenes.

El texto señala, pues, la entrada “oficial” del Temple en la obra de la Reconquista española. La orden acepta combatir en un frente distinto al de los Santos Lugares.

Hugo de Payns murió antes de la conclusión de esta negociación, el 24 de mayo de 1136 (quizá 1137). Su sucesor, Roberto de Craon, se interesó de cerca por las cuestiones españolas y, después de él, muchos maestres del Temple ejercitaron sus armas en España. Cierto que en ella asistían a una ruda, pero buena escuela.-

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