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lunes, 17 de septiembre de 2012

Evangelio dominical: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”




Desde la encomienda de Barcelona, como cada lunes, queremos seguir meditando con todos vosotros el evangelio dominical de ayer 16 de septiembre.

Desde Temple Barcelona os animamos a su profunda reflexión para continuar con el legado de Nuestro Señor Jesucristo.


Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". 
Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas". 
"Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías". 
Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. 
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; 
y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. 
Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres". 
Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. 
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará”. (Mc, 8 27-35)


Reflexión:

Esta vez San Marcos nos explica cómo Jesús se interesaba por las creencias de sus discípulos. Muchos fueron los exámenes y las reprimendas a las que sometió a los suyos para poner a prueba sus fuerzas. ¡Y es que no hay nada más duro que renunciar de uno mismo! Máxime cuando además debes cargar con la mochila de las penas y sufrimientos, representados en la cruz. Eso sí, Jesús no se olvida de recordarles el regalo que conlleva ese gran dolor, la salvación de sus vidas.

Plegaria:

¡Señor! Enséñanos a no tener miedo de seguirte, de padecer las burlas, el insulto, el rechazo. Más bien, haznos merecedores de Ti, ayúdanos a soportar el dolor que lleva a la Salvación.

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