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viernes, 8 de febrero de 2013

Conociendo a Jesucristo: El Revolucionario




Desde la encomienda de Barcelona, proseguimos con el objetivo de saber un poco más la figura de Jesús el Cristo. Por ello volvemos a recoger un nuevo escrito recogido de la obra “Jesus Christ”, efectuada por el teólogo protestante J.R. Porter, donde nos facilitará la visión que algunos han tenido sobre un hipotético Jesús liberador del pueblo de Israel, en contraposición con el Jesús Hijo que está por encima de todo poder mundano.

Desde Temple Barcelona, os recomendamos su atenta lectura.

El fragmento del "Titulus Crucis", nombre que recibe el rótulo que Pilatos puso sobre la cruz de Jesús con la inscripción INRI (Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum) pero no es el original hallado por Elena, sino una copia de la Edad Media, como han demostrado estudios de Carbono 14, que data su creación entre los siglos X al XII 

Desde finales del siglo XVIII, algunos eruditos han afirmado que Jesús defendía la resistencia armada para liberar a los judíos del yugo romano, y estaba relacionado con uno o más grupos que se hallaban activamente comprometidos con esta lucha. En ocasiones, directa o indirectamente, con grupos revolucionarios de la época. Por ejemplo, una explicación del misterioso nombre “Iscariote” dado al discípulo que traicionó a Jesús le relaciona con los sicarios, judíos fanáticos que asesinaban a los sospechosos de simpatizar o colaborar con romanos.

Uno de los discípulos se conoce como Simón el Zelota (Lc 6, 15; Act 1, 13). Los zelotes estuvieron detrás de la gran revuelta judía de 66-70 d.C., y es probable que existieran antes (entre los líderes zelotes había hijos de Judas el Galileo, el cual lideró una rebelión en Galilea en el año 6 d.C. en protesta por un censo romano). Se ha asegurado que algunos dichos de Jesús son un espejo de la filosofía zelote, como su afirmación de que no había venido a llevar la paz sino la división (Lc 12, 51), o su instrucción a sus seguidores en la Última Cena de comprar una espada (Lc 22, 36). Pero los zelotes sostenían que los hombres debían ayudar a Dios a establecer el reino mesiánico, mientras que el tono general de la doctrina de Jesús era que el reino sería traído únicamente por Dios. El término “zelote” aplicado a un discípulo podría implicar simplemente que era un celoso seguidor de la ley judía.

Con toda probabilidad, la evidencia más importante de las tendencias revolucionarias atribuidas a Jesús es el hecho de que el prefecto romano le sentenció a muerte por una acusación de índole política, el haberse proclamado “rey de los judíos”, una pretensión mesiánica. Según Lucas, el sanedrín acusó a Jesús ante Pilatos de “pervertir la nación, vetando dar tributo al emperador, diciendo que él es el Mesías, el rey” (Lc 23, 2). No hay duda de que la acusación de que Jesús había afirmado ser un rey es auténtica, tal y como indica la inscripción de la cruz. Pero esto no significa que la acusación estuviera justificada, como tampoco lo estaba la de que Jesús había prohibido el pago de los impuestos romanos, loo que era ciertamente falso (Mt 22, 17-21). La inscripción puede indicar sólo que Pilatos se apoyó en la afirmación del sanedrín de que Jesús pretendía la condición real y causaba intranquilidad política. Un prefecto romano debía mantenerse en buenas relaciones con el gobierno judío, el cual podía provocarle fácilmente problemas en Roma.

Es probable que la imagen de los evangelios se viera influenciada por posteriores altercados entre cristianos y judíos, pero incluso aunque esto fuera así, parece claro que los ataques de Jesús no eran políticos sino religiosos. No le preocupaba cómo se gobernaba a los judíos o quién lo hacía, sino aquellos colegas judíos –especialmente entre las autoridades del Templo- que le acusaban de laxitud en la observancia religiosa, y que finalmente desencadenaron su detención. La Limpieza del Templo no fue una señal de insurrección política, como algunos han sugerido, sino un acto profético simbólico de oposición al Templo como una institución. Es una oposición que Jesús expresó en otras ocasiones y que compartía con otros grupos judíos de la época.

La inscripción de la Cruz

Según los evangelios, la inscripción de la cruz de Jesús recordaba que Jesús había sido encontrado culpable de una ofensa política: afirmar ser el “rey de los judíos” (Mc 15, 26 y paralelos). Por regla general se acepta que la sencilla transcripción de Marcos de la inscripción (“el rey de los judíos”) probablemente es auténtica. Sin embargo, la versión de Mateo, “éste es Jesús el rey de los judíos” (Mt 27, 37), emula la inscripción de la placa de un mártir cristiano de Lyon, Francia, del año 177 d.C.: “Éste es Attalus el cristiano”. El relato de Juan (Jn 19, 19) puede contener información histórica fiable. Resalta el carácter oficial de la inscripción (“Jesús de Nazaret, rey de los judíos”), como autorizada por Pilatos, con la adición de las palabras “de Nazaret” para identificar con mayor precisión a la víctima. 

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