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martes, 26 de febrero de 2013

El Temple en el corazón de las intrigas




Desde la encomienda de Barcelona continuamos con el apartado destinado a comprender con más precisión a la Orden del Temple. Para ello hemos rescatado un capítulo del catedrático en historia Alain Demurger de su obra “Vie et mort de l’ordre du Temple”, donde nos expondrá algunos ejemplos en la que los templarios tuvieron que dejar de ser neutrales entre los numerosos conflictos de influyentes familias, para posicionarse a favor de unos y en contra de otros.

Desde Temple os encomendamos a que podáis informaros sobre estos sucesos.

Dos ejemplos entre otros muchos muestran cómo las órdenes, arrastradas primero a intervenir en las querellas de otros, llegaron a entablar verdaderas guerras privadas.

Las grandes ciudades portuarias italianas han trasladado sus rivalidades a Oriente, Génova y Venecia, sobre todo, se enfrentan en todas partes, en el mar y en la tierra. En Acre, disponen de un barrio, de una colonia o factoría ampliamente autónoma con respecto a las autoridades políticas y religiosas del reino. Estos barrios, cercanos al puerto, lindan con los pertenecientes a las órdenes militares.

El conflicto entre Venecia y Génova surge a plena luz en Tierra Santa hacia 1250, a propósito de una casa propiedad del abad de San Sabas, situada en una colina en el límite del barrio genovés. Esta altura tiene un interés estratégico, puesto que controla el acceso del barrio veneciano al puerto. Los genoveses quieren comprar la casa al abad, mientras que los venecianos están decididos a oponerse por todos los medios. Los genoveses llevan primero la ventaja, pero, en 1256, Venecia reacciona vigorosamente. Se alía con Pisa y moviliza una flota importante, que ataca el puerto de Acre y saquea el barrio de Génova. La cuestión toma un nuevo giro cuando, por el juego de las alianzas, se forman dos campos. De un lado, Venecia, con una parte de la nobleza local y Juan de Ibelín, baile del reino, las cofradías de mercaderes latinos de Acre y los mercaderes marselleses y provenzales. El príncipe de Antioquia sostiene asimismo este campo. Del otro lado, Génova cuenta con el apoyo de la familia genovesa de los Embriaci, titualares de la señoría de Giblet; del señor de Tiro, Felipe de Montfort, principal representante de los Hohenstaufen en Oriente; de los catalanes y de las cofradías mercantes de Acre, que reclutan sus miembros entre la población cristiana siria. Los dos campos se convierten en dos partidos cuando la reina de Chipre desembarca para proclamar la regencia del reino. Venecia y sus aliados la apoyan. Génova defiende, por el contrario, los intereses del joven heredero Hohenstaufen, Conradino. A través de los venecianos y los genoveses, resurge la oposición güelfos-gibelinos.

Las órdenes militares se mostraron al principio prudentes; después se lanzaron a la batalla, en campos opuestos, claro está. De creer a Gerardo de Montreal, el autor de la crónica llamada del “Templario de Tiro”, en general bien informado, el Temple y el Hospital intentaron primero una mediación y se esforzaron después por separar a los combatientes. Cuando fracasaron, el Hospital se decidió a favor de Génova. Como dice Gerardo…

‘…se aconsejó a los venecianos y a los pisanos que fuesen a ver al maestre del Temple, el hermano Tomás Berard, que se había ido a vivir a la casa de los caballeros de San Ladre (Lázaro) para estar lejos de la batalla y de los artefactos que se lanzaban, ya que la casa del Temple estaba muy cerca de la de los pisanos.’

¿No se muestra parcial Gerardo de Montreal? ¿No embellece la actitud de los templarios?

La reserva de los templarios desapareció muy pronto, y el Temple tomó el partido de Venecia. En la primavera de 1258, Génova quiere dar un gran golpe. Su flota se apoderará del puerto, mientras que su aliado Felipe de Montfort penetra en la ciudad con ayuda de los hospitalarios. Pero la flota veneciana de Lorenzo Tiépolo ataca la de Génova y, para impedir la entrada de Montfort por tierra, Venecia y Pisa se dirigen al Temple:

‘El maestre les prometió que les daría hermanos y otras gentes, a caballo y a pie, suficientes para guardar sus calles y sus casas mientras la batalla durase en el mar. Y como lo había dicho, así lo hicieron […]. Los hermanos montaron a caballo […] y turcoples y otros, y fueron con el pendón alzado a guardar las dos calles de los pisanos y los venecianos.’

La victoria veneciana fue completa. Los genoveses se desquitaron un poco más tarde, en Constantinopla.

Inútil decir que la “guerra de San Sabas” provocó una gran tensión entre las órdenes, que no llegaron, sin embargo, hasta exterminarse, como cuenta falsamente Mathieu Paris.

El Temple se mezcla en otra intriga, el conflicto entre el señor de Giblet y su hermano, que estalla en 1276. El señor de Giblet se dirige a Acre, se convierte en cofrade del Temple y obtiene la ayuda de éste. Vuelve a Giblet, se apodera de las tierras de su hermano y ataca al conde de Trípoli, Bohemundo VII, que ha tomado partido contra él. En esta ocasión, treinta templarios respaldan al señor de Giblet. El conde reacciona. Hace derribar la casa del Temple en Trípoli […]. Cuando el maestre del Temple lo supo, armó galeras y otras naves y llevó con él un gran convento de hermanos, y vino de Giblet a Trípoli y la sitió varios días […]”. Los templarios se apoderan de puntos estratégicos y derrotan al conde en dos ocasiones, antes de ser derrotados a su vez ante Sidón. Fueron los hospitalarios –que siempre habían apoyado a la familia de los señores de Giblet- los que intervinieron para calmara a los tres protagonistas de esta guerra privada, en que la autoridad legítima, la del conde de Trípoli, había sido escarnecida, reduciéndole al papel de comparsa.


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