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miércoles, 6 de marzo de 2013

Los milagros del Padre Pío



Desde la encomienda de Barcelona seguimos con el apartado dedicado a saber sobre la vida del Padre Pío.Hoy seguimos con otra nueva conversión, esta vez de una joven que se sentía vacía con la vida que llevaba.

Desde Temple Barcelona os invitamos a que reflexionéis sobre su lectura.

“…y peces medianos”

Luisa Vairo era una italiana guapa y rica que acudió a San Giovanni Rotondo atraída, como tantos otros curiosos, por el fenómeno de los estigmas.

Al entrar en la pequeña iglesia, contaba María Winowska, rompió a llorar inesperadamente como una Magdalena. Sus sonoros lamentos ante el Sagrario alertaron a varias hijas espirituales del Padre Pío, quien, advertido por ellas de su presencia, se acercó a Luisa para decirle:

-¡Cálmese, hija mía! La misericordia no tiene límites y la sangre de Cristo lava todos los crímenes del mundo.

-¡Padre, quiero confesarme! –repuso la misma persona que minutos antes se hubiese mofado de semejante disparate.

-Es preciso que se tranquilice –insistió él-. Vuelva mañana.

Luisa Vairo debió pasar toda la noche en vela, haciendo acopio de sus numerosos pecados, pues no se confesaba desde niña.

A la mañana siguiente, arrodillada en el confesionario, se quedó bloqueada sin saber por dónde empezar. El Padre Pío decidió echarle una mano, iniciando el lamentable inventario de su vida. Finalmente, dijo:

-¿No recuerda nada más?

Un escalofrío de vergüenza a punto estuvo de dar al traste con la confesión. Luisa hizo un esfuerzo sobrehumano para añadir:

-Sí, Padre; todavía me queda esto…

-¡Alabado sea Dios! –gritó él, alborozado-. Es lo que estaba esperando.

Y la absolvió.

Aquel día marcó un antes y un después en la vida de Luisa Vairo, que abrazó la oración y la penitencia con el fervor de una novicia.

Una mañana de invierno se la vio trepar, descalza, el repecho que subía a la iglesia. Calada hasta los huesos y con los pies ensangrentados a causa del camino pedregoso, alcanzó la explanada y cayó desvanecida en el atrio.

El Padre Pío la consoló:

-Hija mía, hay que ser prudente hasta en la penitencia…
Y añadió, posando suavemente la mano en su hombro:

-Menos mal que esta agua no moja…
Y era verdad…¡su vestido estaba completamente seco!

Muchos años después, en Roma, conocí a Eleonora Scutifero, una entusiasta calabresa de 28 años, contable de profesión.

Eleonora llegó con 18 años a Roma para estudiar Economía y Comercio en la Universidad. Iba a Misa los domingos, pero sin mucha convicción. Poco a poco fue alejándose de Dios y de la Iglesia, hasta sumergirse en la vida mundana: frecuentaba las discotecas con amigos, bebía alcohol, a veces en exceso…Concluidos los estudios, se puso a trabajar. Seguía frecuentando las fiestas de fin de semana. Empezó a salir con un chico, con el que experimentaba placeres efímeros que la sumían finalmente en un gran vacío interior.

Nada la satisfacía plenamente: ni la carrera, ni el trabajo, ni los amigos…ni siquiera su novio, probablemente porque no era la persona adecuada para ella.

‘Conocí entonces –recuerda Eleonora- a una chica del Grupo de Oración del Padre Pío, la cual me invitó durante dos largos años a las reuniones, pero yo rechazaba asistir una y otra vez. Hasta que un día, impelida por una necesidad, le avisé. Me acogió con inmensa alegría. Incorporada por fin al Grupo de Oración, no acabé de encajar del todo, pues no entendía que mis compañeros estuviesen siempre tan contentos, mostrándose caritativos con el prójimo en toda ocasión. Durante siete meses busqué en vano la razón de aquel comportamiento. Llegué incluso a rebelarme, negándome a asistir a más reuniones…’

eleonora Scutifero todavía recuerda la fecha exacta en que empezó a fraguarse su gran vuelco interior:

‘Fue el 16 de julio de 2008, durante una confesión con el padre Carmine, hijo espiritual de don Pierino Galeone. Me hallaba yo entonces de retiro espiritual, en San Giovanni Rotondo, cuando empecé a ver las cosas de otra manera; aunque mi auténtica conversión no se produjo hasta meses después, en Roma.

Gracias a que muchas personas rezaron tanto por mí, llegué a querer de verdad a Jesús y al Padre Pío. Yo misma pedí también la luz al Padre Pío y finalmente me la dio…’

Ella misma detalla su inesperada conversión:

-Fue repentina, como casi todas –asegura-. Lo vi todo claro al instante, arrepentida de mi vida pasada.

-¿Dónde se produjo?

-En la confesión, durante la cual experimenté una alegría y una paz interior indescriptibles. Dije para mis adentros: “Yo salgo de aquí, pero jamás volveré a dejar a Jesús”. Desde entonces, siento constantemente la presencia del Padre Pío.

-Y ahora, ¿cómo ve la vida?

-El mundo, sin Jesús, carece de sentido. Cuando uno está junto a Él, el sufrimiento adquiere todo el sentido. Jesús jamás te abandona. Antes, cuando vivía apartada de Él, estuve al borde de la desesperación pero su infinita misericordia me sostuvo. Desde entonces, procuro dar ejemplo a los demás, mostrándome alegre y caritativa con ellos. Realizo también labores de voluntariado con enfermos en los que siempre hallamos a Jesús.

-¿Sigue teniendo amigos?

-De los primeros, conservo muy pocos. Algunos me criticaron por escoger, en su opinión, el camino más cómodo, confiando a Jesús todos mis problemas; otros decidieron tentarme con halagos para que volviese a salir con ellos.

-¿Qué les diría a los jóvenes como usted?

-Que no tengan miedo a recibir gratis un amor tan fuerte, cuando lo propio de hoy es dar siempre a cambio de algo. Nada hay más importante que aceptar lo que el Señor quiere de cada uno de nosotros. No nos engañemos: sólo así se puede alcanzar la verdadera felicidad, aquí…y en el Paraíso. 


10 comentarios:

  1. EN QUE IGLESIA SE ENCUENTRA LA FIGURA DEL PADRE PIO EN BARCELONA. MUCHAS GRACIAS

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  3. En la concepcion de calle aragon

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  4. Me gustaría formar parte del grupo de oración del padre Pio. ¿A donde me tengo que dirigir? Yo vivo en Barcelona. Gracias.

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  6. Hay una imagen en la iglesia de San Agustín
    Plaza Sant Agustí 2 Barcelona

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