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miércoles, 15 de enero de 2014

San Juan Bautista y el misterio del Baphomet (IIª parte)


Desde la Encomienda de Barcelona regresamos con la segunda parte del capítulo dedicado al misterio de la cabeza cortada de Juan el Bautista. Para ello hemos recogido un texto del libro “Les Templiers” del historiador francés, Michel Lamy, que ediciones MR publicó con el nombre de “La otra historia de los templarios”, donde su autor nos introducirá en los mitos y las leyendas sobre las cabezas cortadas.

Desde Temple Barcelona esperamos que el capítulo os haya atraído. 

San Juan Bautista aparece así como una figura bastante semejante a la de Orfeo en el marco del culto de las cabezas cortadas. Orfeo fue muerto por unas mujeres tracias que le guardaban rencor por no haber mostrado interés por ellas. Su cabeza, cortada, se convirtió en objeto de culto; interrogada, emitía oráculos. Tal como recuerda Raymond Reznikov, así ocurrió también con la cabeza del celta Bran el Bendito, talismán protector y símbolo de resurrección. Bran había sido herido en la pierna por una lanza emponzoñada, episodio que no deja de estar relacionado con la historia del Rey Pescador, en la búsqueda del Grial. Ordenó a sus compañeros que le cortaran la cabeza y fueran a enterrarla a Gwynn Vryn, la colina blanca, en Londres. Esta cabeza se convirtió entonces en un símbolo de inmortalidad y en un poderoso talismán, fuente de protección, de vida, de victoria y de riqueza. La cabeza de Bran el Bendito tuvo poco más o menos el mismo papel que el Grial. ¿No volvemos a encontrar en esto a nuestro baphomet que traía la riqueza, daba la victoria y la vida, hacía florecer los árboles y germinar las plantas? Podríamos recordar asimismo la historia de Cuchulain, cuya cabeza fue cortada por Lug. La cabeza del héroe irlandés fue enterrada en Tara, centro político y religioso de donde los reyes de Irlanda obtenían sus poderes mágicos. Esta cabeza era, pues, igualmente protectora.
En la versión primitiva galesa utilizada por Chrétien de Troyes para escribir su Perceval el Galés o el cuento del Grial se desarrolla una escena que no deja de tener relación con el asunto que nos ocupa. En la morada del Rey Pescador, e el castillo del Grial, dos hombres entran en la estancia. Llevan una gran lanza de la que manan hasta el suelo tres chorros de sangre. Dos doncellas las siguen con una gran bandeja sobre la cual una cabeza humana cortada gotea también sangre. En su novela, Chrétien se contenta con hacer ver a Perceval no ya una cabeza sino la copa del Grial.
En el relato francés Perlesvaux, Lanzarote se encuentra con el Caballero del Escudo Verde, que le indica un lugar extremadamente peligroso por el que debe pasar: el Castillo de las Barbas. Allí, todo caballero debe hacer entrega de su barba o bien batirse para conseguirla. Cuando Lanzarote llega al castillo, ve el portal de entrada recubierto todo él de barbas y de un gran número de cabezas cortadas de caballeros. Lanzarote se deshace de los que le atacan. Al día siguiente, tiene aún que cortar la cabeza de un gigante para salvar su vida, pero ha de regresar al año siguiente para hacerse cortar su propia cabeza por el mismo gigante que ha vuelto a partir con su cabeza bajo el brazo. Jean Markale señala que la misma historia se encuentra en un relato irlandés muy anterior, el festín de Brierin, cuyo héroe es el célebre guerrero Cuchulain. Este “juego del decapitado”, como es conocido, acaba con un simulacro de decapitación, y está relacionado con un tema bien conocido en la hagiografía cristiana: los santos cefaloforos (portadores de su cabeza tras una agresión) del tipo de san Dionisio en Francia, de san Tremeur y de santa Tryphine en Bretaña, o de san Mitre en Provenza.
La cabeza de san Juan Bautista, cortada a petición de Horodías, se integra perfectamente en el mito. ¿Y no murió Cristo además en el Gólgota, el “Monte de la Calavera” de Adán? ¿No fue allí donde la preciosa sangre fue recogida en la copa del Grial?
El cráneo evoca en las tradiciones iniciáticas la caverna que ilumina el ojo del Mundo. El túmulo yermo, el calvario, el Gólgota es “cráneo” y llevará la señal de la redención.
La cabeza de Medusa, cortada por Perseo, petrifica al que la mira y Atenea la ostenta representada en su escudo. En la mitología escandinava, es la cabeza de Mimir la que sirve de oráculo a Odín, en la fuente, y la que adorna el escudo de sus guerreros.
En ciertos aspectos, el baphomet puede hacer pensar en Jano. Joven y viejo a la vez, era representado por los romanos con dos rostros, el uno lampiño y el otro barbudo. Uno miraba hacia el pasado y el otro hacia el futuro. Jano dio su nombre a nuestro mes de janvier (januarius, enero) que inicia el año tras el renacimiento del sol en el solsticio de invierno. Presidía también las empresas propicias y su nombre debe relacionarse con el de Juan, ese Ioan que atraviesa los tiempos y los mitos de orígenes diversos. Concuerda bastante bien con la dualidad aparente de los dos caballeros templarios sobre un mismo corcel. Jano bifronte, como dos veces Juan, el bautista y el evangelista, el del solsticio de verano y el del solsticio de invierno, santos casi gemelos. Jano del pasado y Jano del porvenir, Juan el precursor y Juan que debe regresar por la venida de Cristo.
Jano o Juan Bautista, no existe entre ellos gran diferencia en el plano simbólico, pero hay que considerar esta similitud importante en relación con el culto de las cabezas cortadas, y tendremos ocasión de confirmarlo.
Daniel Réju nos cuenta, por su parte, una historia muy extraña. A finales de la pasada centuria, se descubrió en la isla de Sein una gruta abierta por los druidas, frente al mar y únicamente accesible por barco. Al parecer, las sacerdotisas celtas emitían allí oráculos. Se hizo en ella un curioso hallazgo:
‘Se trataba de una estatuilla de madera cuyo brazo derecho (al que faltada la mano) se alzaba hacia el cielo, mientras que el izquierdo colgaba a lo largo del cuerpo. La estatuilla tenía una cabeza desproporcionada, con dos grandes agujeros redondos en el lugar de los ojos, una barba triangular hecha con cinco trazos verticales, un par de cuernos y un pecho de mujer. Y, entre ambos pechos, en relieve, figuraba una cruz del Temple, de considerable tamaño y perfectamente visible.’
Esta estatua ha desaparecido. Confiada a un sacerdote de las Côtes d’Armor, fue robada al poco.
Hay en esta descripción muchos puntos de semejanza con el baphomet. Y algunos que hacen pensar en Isis. Astarté, o también en Ishtar que, en Fenicia, se llamaba Baalit. Los cuernos en forma de medialuna deben ser asociados, así pues, el simbolismo lunar. Y Réju señala la frecuencia con que la medialuna se encuentra en los umbrales de las casas de los templarios:
‘Más asombroso aún, estos lugares se hallan concentrados en el eje Gisors (los Croissants-de-Gisors) – Nogent-le-Rotrou - Bellème - Angers, por otra parte, y en diversas provincias entre las más impregnadas de tradición céltica, Normandía, Ile-de-France, región del Loira y Bretaña, por otra.’
Celta u oriental, el origen importa poco desde el momento en que se inscribe en la línea de una tradición universal. La cabeza cortada del Bautista presenta todas las características que le permiten representar el mismo papel protector que la de Bran el Bendito. (fin)
Grabado titulado ‘Salomé y la Cabeza de Juan el Bautista’ (Bernardino Luini)

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