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jueves, 27 de marzo de 2014

Clara 35

Desde la Encomienda de Barcelona volvemos a compartir con todos vosotros otra bonita carta escrita del libro del periodista y escritor José María Zavala de su obra “Padre Pío: Los milagros desconocidos del santo de los estigmas”, donde ha seleccionado una serie de epístolas sobre la intercesión del Padre Pío en distintas situaciones donde se la había reclamado mediante la oración.

Desde Temple Barcelona esperamos que su lectura os guste.


por José María Zavala

Un día le dije al Señor: “Si Tú quieres, te ofrezco una nueva maternidad para seguir honrándole como madre”.

La verdad es que la propuesta no le entusiasmó a mi marido, pues en aquel momento teníamos ya tres hijos, el menor de los cuales apenas contaba ocho meses.

A la semana siguiente, viajamos todos juntos a Santa Cruz de Tenerife para celebrar nuestro décimo aniversario de boda. Al regresar a casa, reparamos en que habíamos traído un regalo inesperado de nuestras vacaciones: una tierna, incipiente, maravillosa y bendecida criatura que nacería nueve meses después.

Nada más conocer mi embarazo, pedí a la Virgen de la Candelaria, patrona de las islas Canarias, y al Padre Pío que protegiesen al bebé.

En la primera consulta, el ginecólogo me confirmó la fecha probable del parto: 2 de febrero, día de la Purificación de la Virgen y fiesta de la Candelaria. Agradecí al Señor que atendiese mis plegarias.

Pero la natural alegría dio paso enseguida a una auténtica “guerra familiar” para poner nombre a la criatura. En cuanto supimos que sería niña, buscamos sin cesar uno para ella.

Mi hermana María Lourdes, gran devota del Padre Pío, me sugirió:

-¿Por qué no le ponéis Clara? Es un nombre precioso; al Padre Pío le hubiese gustado, pues no olvides que San Francisco y Santa Clara eran franciscanos como él.

-Bueno –titubeé yo-, la verdad es que no acaba de…

Por más que ella insistía, el nombre de Clara seguía sin convencerme. Para colmo Gerardo, mi marido, ya tenía el suyo: Ziortza. En cuanto lo pronunció, nos quedamos todos horrorizados.

Así que seguimos buscando… Yo proponía varios: Candela, Luz, Llum, Blanca, Paloma, Isabel… Pero mi marido se impuso al final diciendo que Ziortza y punto.

Entre tanto, indagué en Internet el origen de aquel nombre: era una advocación mariana muy poco conocida, surgida en el año 986 en la localidad de Bolívar (Vizcaya).

Su significado, “ladera oscura”, me gustó aún menos.

Dos semanas antes del parto, mi hija mayor, María, no se dio por vencida:

-¡A punto de nacer la niña y aún no tiene nombre! –se lamentó.

-¡Claro que lo tiene! –repuso mi esposo-; se llama Ziortza.

Sucedió entonces algo inexplicable. María cogió una libreta, apremiándonos a todos: “¡Venga, digamos cada uno los nombres que más nos gusten y después elegimos…¡Papá, empieza tú!”.

Tras repetir Ziortza, barajamos los nombres de Blanca, Paloma, Almudena, Mar, Candela, Luz, Llum, María Luz, Teresa, Pilar… Así, hasta treinta y cuatro diferentes.

Fuimos luego al comedor, donde mi esposo y yo nos acomodamos en el sofá, mientras María lo hizo en el suelo. Para su sorpresa, reparó en que a su lado había una estampa del Padre Pío que jamás había visto en su vida. Yo fui la segunda sorprendida. ¿De dónde había salido aquella estampa?

De repente, María gritó: “¡La niña ya tiene nombre…! ¡El Padre Pío quiere que se llame Clara!”.

Nos quedamos todos absortos. Luego, reparamos en que acababa de leer al dorso de la estampa: “Clara 35”.

¡Habíamos barajado 34 nombres para nuestra hijita y el 35 y definitivo era Clara!
Mi esposo sentenció: “Pues si el Padre Pío quiere que se llame Clara, no hay más que hablar”.

Averiguamos luego la procedencia de la estampa. Días antes yo había sacado del armario una caja donde guardaba cosas importantes; entre ellas, los recuerdos que una amiga me había traído aquel verano de San Giovanni Rotondo, adonde yo no pude ir por mi gestación.

Creemos que fue el pequeño, que entonces gateaba, quien extrajo aquel regalo de la caja obedeciendo tal vez a su “abuelito” del Cielo.

Mª Dolores Simó Caballer
Vinarós. Castellón (España)


1 comentario:

  1. Entrañable acontecimiento. Lo más bonito de él es que destila devoción hacia nuestros santos que cuidan e interceden por nosotros en todo momento.
    En la actualidad estoy esperando la información necesaria para ingresar en tan bendita institución.
    Un fuerte abrazo a todos los lectores y que Dios les bendiga
    Artur Monroig+
    arturmd61@gmail.com

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